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66 PREGUNTAS A LA LUNA de Jacqueline Lentzou


UNA HENDIJA EN LA INTIMIDAD

De vez en cuando, el cine remonta a sus origines y recuerda la idea del montaje cinematográfico. Creo, después de haber visto mucho cine, que el montaje es una de las claves más importantes en la realización cinematográfica y que, en este caso, constituye la parte principal de la puesta en escena de este film.

Se trata de una ópera prima, la de la griega Jacqueline Lentzou, que se mete de lleno en el melodrama a través de una trama que enfoca la difícil relación entre un padre y una hija, donde en el medio existe una tercera parte que si bien ni calla ni otorga, deja establecido a un tercero en discordia. No obstante, en su esencia, busca la siempre vigente pregunta sobre de dónde venimos, cómo vivimos y cuál es nuestro destino.

Lo notable del caso es que la obra, esencialmente teatral, no es resuelta de esa manera sino todo lo contrario. 66 Preguntas es una gran lección de cine.

La narración encierra prácticamente a sus personajes en un pequeño pasillo y en una habitación. En ese ámbito hay tan solo tres personas. Un enfermo, su hija y un tercero que casi no participa de la conversación. Es un momento dramático. Queda claro que hay cierta incomodidad. Algo de aquello de lo que no se habla y que es aquello que encierra las 66 preguntas del título.

La gran virtud de esta joven directora griega es que logra resolver la puesta en escena escapando de lo teatral y resolviendo la película en términos absolutamente visuales, ello es, a través del montaje. Pocas veces en el cine es el montajista quien se lleva los laureles. En este caso, lo es. Sin lugar a dudas, Smaro Papaevangelou es quien ha realizado una labor suprema logrando montar la película siguiendo los diálogos, una obra de cámara que destaca como una puesta teatral a través de medios totalmente cinematográficos, ello es la conjugación de la imagen, el sonido, y sobre todo, montaje.

Debe quedar en claro que la película no constituye un cuestionario de 66 preguntas, sino en una sola. Incluso, sea obvia. Pero la mano inteligente de la joven directora nunca lo da a conocer y lo mantiene como un gancho que atrapa al espectador sabiendo que la intriga no es la cuestión de la película sino el descubrimiento tardío de que la relación padre-hija es posible.

La película atrapa al espectador con estrictas armas cinematográficas, montaje de primeros planos, actuación notable de los actores, sobre todo por la dicción, ritmo y entonación de las palabras, y el desarrollo de una trama que alude a un tiempo perdido, a un descubrimiento del otro, a la imposibilidad de futuro.


En síntesis, una película muy interesante que enfoca un encuentro familiar entre un padre y su hija en una situación límite cuando ya no hay tiempo para reparar los hechos aunque siempre existe la posibilidad de la reconciliación.

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