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NO TE PREOCUPES de Olivia Wilde



UN NUEVO SUEÑO AMERICANO?

Con una puesta en escena muy moderna, el inicio de la película nos hace pensar que estamos ante una nueva película americana que pre anuncia una resurrección de un cine sesentista llena de buenas intenciones, con muchas ansias de cambiar las formas y desarrollar un discurso que parece recuperar una renovación de las formas y el lenguaje de un nuevo cine americano (Kubrick parecería alumbrar el film).

El film nos habla de una pareja joven, Alice y Jack, aparentemente feliz durante la década del ¨50, que viven una ciudad en medio del desierto en California, en una casa cuyo alquiler es pagado por la empresa donde trabaja Jack. Al principio todo luce perfecto, pero poco a poco, Alice comienza a preguntarse qué hace su marido no encontrando respuesta alguna, a la vez que en la ciudad comienzan a generarse raros disturbios.

Al principio, el film, parecería plantear una renovación de las formas narrativas con pretensiones de indagación en el fracaso del famoso sueño americano, aquel que se centra en los ideales de prosperidad y éxito personal, generando una superación de las clases sociales, dando oportunidades a cada uno de los ciudadanos en función de su capacidad y su esfuerzo.

Lejos de ello, el film se vuelve reiterativo, y lo que parecían nuevas formas narrativas, se transforma lentamente en repeticiones inconducentes que no hacen más que complicar la narrativa, dejando de lado todo hecho revolucionario para afincarse en la comodidad de lo establecido, pero lo que es peor, olvidando el discurso y diluyendo toda posibilidad de crítica social y cambio.

Obviamente, más allá de su lujosa presentación, la película se va volviendo anodina, prácticamente aburrida, su discurso se diluye a medida que avanza el metraje, para terminar desconcertando al espectador. La idea de libertad que persiguen los protagonistas se esfuma prontamente al encontrarse viviendo en una sociedad que los encierra y sofoca, lejos de la búsqueda de sus objetivos.

Estamos ante un film cuya fotografía (Matthew Libatique) brilla por los cuatro costados de la pantalla, acompañada por un montaje perfecto pero que en su interior no se encuentra nada, es decir, una cascara carente de contenido. Al comienzo genera expectativas de un desarrollo de cine de carácter social que se diluye rápidamente dentro de una cinematografía donde solo destaca lejos la calidad fotográfica como envoltorio de una serie de ideas que no conducen a nada, acompañada por un par de buenas actuaciones de parte de sus protagonistas principales.

La película queda en deuda con el espectador, toda vez que, como exponente del cine del Este americano, concretamente de Nueva York, las expectativas despertadas siempre fueron satisfechas en la gran pantalla. Ahora solo nos queda una gran decepción.

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