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ACERCA DE SIDNEY POLLACK Y LOS TRES DÍAS DEL CÓNDOR


Hace cinco años el público conocía una película que sería determinante en la filmografía de Sidney Pollack. Se trataba de “Baile de Ilusiones”, (They Shoot Horses, Don´t They?, 1969), con Jane Fonda, Michael Sarrazin, Susannah York, Gig Young y Bonnnie Bedelia.

Ese film marca un antes y un después en la carrera de Pollack. Después de ese film todo sería diferente. El director y productor pasaría a ocupar un lugar destacado en el panorama de realizadores americanos y su obra comenzaría a ser el reflejo de un hombre preocupado por los cambios históricos de su sociedad.

“Baile de Ilusiones es una amarga reflexión sobre la existencia humana. Retrataba a un grupo de amigos devorados las necesidades económicas que generaba la Gran Depresión de los años 30. La demencial cabalgata danzante a la que se exponían los personajes no era más que el fiel reflejo de una sociedad en crisis, no solo económica sino también moral.

Más tarde realizó “La Ley del Talión” (Jeremiah Johnson, 1972), un western que encaraba el problema de la identidad. Un montañés que deseaba vivir como un ermitaño pero no lo conseguía por el continuo acoso de los indios del lugar. Contaba, además, con la buena actuación de Robert Redford.

En 1974 filma “Nuestros Años Felices” (The Way We Were), donde vuelve a la problemática social como fondo de un drama romántico, contando la historia de amor entre un escritor de Hollywood (Rober Redford) y su esposa militante comunista (Barbra Streinsand). El film abarca diez años de la vida americana, mostrando en un principio la repercusión que tuvo la Guerra Civil Española en la juventud de aquella época y posteriormente, la persecución ideológica de la que fueron víctimas escritores y cineastas durante la época del Macarthismo.

A esta altura de su carrera cinematográfica, Pollack ya no solo se insinuaba sino se consolidaba como uno de los más inteligentes directores de su generación. Al interés temático apuntado, a sus films había que ponderarles una excelente factura artística, lo que lo colocaba entre uno de los pocos realizadores capaces de reunir calidad formal con éxito de público.

En “Yacuzza, 1974”, encara el thriller como un ejercicio de estilo, con algunas ingenuidades folclóricas sobre la mafia japonesa, que no invalidan a la película como un buen entretenimiento.

Capaz de encarar los temas más variados, pasar del drama al western, del film romántico al policial, Pollack es un director de gran versatilidad que no descuida los detalles de fondo dotando a sus películas de adecuadas atmosferas intimistas que enriquecen a sus personajes humanizándolos cualquiera sea la historia narrada.

En el estilo del thriller se sitúa “Tres Días del Cóndor”, su último film, del cual “Yacuzza” pudo haber sido un antecedente. Pero en lo que en ésta había de experimental, en “Tres Días…” es excelencia formal al servicio de un auténtico drama de nuestra época: la perdida de la libertad individual.

Indudablemente, el tema no es nuevo. De alguna manera está emparentado con una corriente que inauguraron “La Conversación” de Francis Ford Coppola y “El Secreto” de Robert Enrico.

Sin embargo, la óptica es diferente. Pollack toma de la realidad americana un problema candente: las maquinaciones de la CIA. En consecuencia, su película se alza sobre el problema de la libertad individual para reflexionar, también, sobre el exceso de poder de un organismo del Estado, su organización interna, y sobre todo, al elemento humano utilizado al punto extremo de considerarlo un engranaje descartable y perfectamente reemplazable en caso que su performance o falibilidad alteren la seguridad del organismo, ya ni siquiera la del propio Estado.

El final abierto con la cámara detenida en la desesperada cara de Redford no hace más que entregar al espectador las conclusiones del caso, conclusiones que inevitablemente derivarán de las pesimistas palabras del jefe de Cóndor que aluden a la inexorable soledad que condena al protagonista a un estado de fuga permanente.

Con este film Pollack cierra una trilogía que comienza con “Baile de Ilusiones” y continúa con “Nuestros Años Felices”, que abarca 40 años de historia americana donde analiza el derrotero y las miserias sufridas en los años duros de la gran depresión, continua con los años amargos de la guerra y la psicosis desatada en la pos guerra, para terminar en la dura actualidad de la Guerra Fría y el fracaso de Vietnam.


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