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FÉLIX ET MEIRA de Máxime Giroux


Meira está casada con Shulem, un rabino de la comunidad judía de un barrio de Montreal, Canadá. Tienen una niña de aproximadamente un año y sufre un severo stress pos parto. Meira, claramente, ha llegado a un límite. Posiblemente se encuentra frente a un momento de cambio. Félix es un vecino del barrio. Acaba de morir su padre, con quien mantenía una relación lejana. Es un ser solitario que vive en los márgenes de la sociedad moderna. Félix, en forma casual, se trasformará en un agente del cambio. Félix y Meira se conocerán en la panadería del barrio, comienzan a frecuentarse y darse cuenta que se ayudan uno con el otro. Es solo un principio. Uno puede pensar que lo que verá es una pelicula de amor. Tal vez lo sea. Pero no es una pelicula convencional. En este tercer film del canadiense Máxime Giroux importa menos la historia que el desarrollo de los personajes. Eso la vuelve un film muy interesante. Meira está sumamente estresada. Se siente sola e incomprendida. Su marido está abocado a las tareas del rabinato pero a su vez la somete al mantenimiento de viejas costumbres y a un rígido respeto por todas las leyes religiosas. Eso la priva de su compañía. Lo aleja. El mundo de Meira es muy pequeño cuyas fronteras no van más lejos que los almacenes de su barrio, pero su mundo interior está mucho peor, absolutamente cercado por ritos religiosos que la oprimen, de los cuales ella intenta evadir en vano con pequeñas rebeldías que le son rápidamente reprimidas. Meira encuentra en Félix una especie de alma gemela. La atracción que inmediatamente siente hacia él no está generada por el aspecto físico ni sexual, sino por un instinto básico de protección y contención que Félix genera espontáneamente. Félix es también un ser que arrastra traumas interiores parecidos a la culpa derivados de una relación padre- hijo que no ha sido feliz. Una relación que los ha alejado y ahora, en los momentos finales de la vida del padre, vuelve a unirlos. Esa larga separación está llena de interrogantes irresueltos. Y esa agonía ubican a su retorno al borde de un absurdo, transformando a sus sentimientos en una contradicción. Félix es una persona tímida, poco comunicativa, desinteresada por el dinero al cual considera simplemente un medio y nunca un fin. La muerte del padre lo conmociona. Felix tampoco entiende muy bien lo que le pasa. Sus encuentros con Meira son un bálsamo en su vida. El Rabino Shulem es un hombre bueno pero absolutamente rígido. Atado a sus creencias, mantiene ritos ancestrales que intenta imponer a toda su familia. No entiende razones, solo sigue ciegamente principios. Solo en el final, dará un paso al costado y abrirá dos puertas para una misma salida. Su nivel de comprensión alcanza el nivel de sabiduría de un hombre de fe. El film es el retrato de estos tres seres tratando de salir del encierro en que se encuentran. Meira tendrá una posibilidad viajando a Brooklyn. Hasta allí no solo la perseguirá su marido sino también Félix. Meira volverá con su marido pero sentirá que regresa a la misma jaula donde estaba presa, y que nada ha cambiado. Seguirá frecuentando a Félix y descubrirá sus sueños. En dicho descubrimiento encontrará la llave de su jaula. En el sueño de Félix, la libertad de Meira será una posibilidad cierta. No obstante, habrá mucho camino por recorrer. Hecha de medios tonos, con un manejo muy sutil de situaciones, "Félix y Meira" es un pequeño film que merece verse. La libertad del individuo, el sometimiento religioso, los fundamentalismos, el materialismo de una sociedad adocenada son los temas que sutilmente trata es bello film de Giroux acompañado por la estupenda actuación de sus tres interpretes: la actriz israelí Hadas Yaron en el papel de Meira, el canadiense Martin Dubreuil como Félix, y el norteamericano Luzer Twersky como el Rabino Shulem.


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