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EL REY DEL ONCE de Daniel Burman


ESPERANDO A USHER

En una primera lectura de este nuevo film de Daniel Burman (El Abrazo Partido, Derecho de Familia, entre otras) podríamos decir que "El Rey del Once" es una comedia situacional clásica. Pero si vamos un poco más allá en el análisis, podemos decir, además, que su nuevo film no solo está impregnado de un humor muy judío, sino que se trata de una comedia del absurdo, empujada por un estilo burlón parecido al de Roman Polansky en "Que?", o "After Hours" de Martín Scorsese, o incluso, el Woody Allen de "Alice". Acaso también podríamos encontrar alguna referencia importante en el Samuel Becket de "Esperando a Godot".

Ariel es el protagonista de esta "comedia absurda". Economista argentino que ha desarrollado sus estudios de posgrado y trabajo en Nueva York, regresa a Buenos Aires para presentarle su novia a su padre, Usher, solo una voz en el teléfono que esta siempre pidiendo favores. Él es "El Rey del Once".

Ariel aterriza en El Once y comienza a transitar la dimensión desconocida. Manejado por su padre a traves de un celular va de un lugar a otro realizando sus encargos como por control remoto. Ariel se deslizará a traves de esa cadena de favores en un mundo de caridad, y también en el ambiente de una religión que obviamente es la suya pero que no practica, descubriendo, fundamentalmente, una forma de ser, el ser judío, lo cual comienza a mover sus creencias y entender sus raíces.

Por otro lado, quién es Usher? Obviamente, el padre de Ariel. Pero es también una voz en el teléfono. Un líder comunitario. Una persona siempre ocupada que nunca tiene tiempo disponible. O acaso, también un ser divino, un ser omnipresente. Un misterio prácticamente nunca rebelado. Pero su ausencia y su rol de mando invisible, lo hacen ser el titiritero que mueve los hilos, el ser celestial que genera las soluciones o acaso un mafioso que engaña a medio mundo.

Pero la pintura de Burman no se queda solo en la historia de Ariel. No casualmente el film comienza en Nueva York y se desarrolla en el Once marcando claramente las diferencias entre el primer mundo y nuestro mundo subdesarrollado. En aquel lado del mundo, Ariel es un economista profesional que vive en pleno Manhattan, donde todo es orden, pujanza y desarrollo, lo cual contrasta con su Barrio del Once, caótico, pintoresco pero ciertamente grotesco, donde nada parece moverse automáticamente sino a traves de favores y sacrificios interminables. De alguna manera, esta pintura de lo exterior, nos deja, por un lado, la visión de un desarrollo plenamente organizado que solo sabe ir para adelante contra la visión casera de un país que parece vivir del aguante. En el mundo del Once, el negocio parece generar la comida de cada día, pero la también el curro, la oportunidad, el buen pasar y la riqueza rápida. Tipicamente, argentino.

No obstante, Burman rescata de ese submundo, el espíritu comunitario, representado en el rol del padre, Usher, que no está nunca pero está en todos lados, siempre ayudando y ocupándose de los que menos tienen. Usher pareciera ser el espíritu vivo de esa mismísima comunidad. Y da a entender que ese espíritu se contagia y se eterniza en un proceso que se auto reproduce.

Existe desde el comienzo un planteamiento filosófico, cinematográficamente bergmaniano que se diluye a medida que avanza el film. Esa, tal vez, sea la única falla "El Rey del Once". Es decir, el período de transición que tarda Ariel en asumir su condición judía. Nuestro personaje es un economista. Su visión de la vida es realista, materialista. Ha vivido años en el exterior. Ello lo ha alejado de sus raíces. Pero reasumirse judío es solo cuestión de una semana en El Once. Tal vez, sea una humorada más de Burman. Pero parece abrupto, repentino, ciertamente irreflexivo proveniente de un hombre que parece más de ciencia que de fe. Obviamente, Burman no es Allen, mucho menos, Bergman. En consecuencia, elige mantener un ritmo sostenido de comedia que en todo caso, deja la reflexión para la mesa del café. Esto no anula las buenas intenciones del guionista y director argentino.

No es la mejor película de Daniel Burman. No obstante, sale airosa apoyada en las muy buenas actuaciones de su elenco, en el cual destacan la participación de Alan Sabbagh como Ariel y Julieta Zylberberg como Eva. Todos los detalles de producción son excelentes y la dirección de Burman lleva a la comedia con soltura procurando generar un entretenimiento adulto. El único punto débil de la película es la cita de ciertos ritos religiosos, cuya comprensión no queda clara para aquellos que no practican la religión judía aunque su conocimiento no es clave para entender la película.


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