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PLATA DULCE (1982) de Fernando Ayala

El film relata una historia sobre dos trabajadores de clase media que enfrentan una de las tantas crisis económicas que ha vivido la Argentina. Los personajes principales son dos cuñados que tienen un pequeño negocio de mueblería. El mayor de ellos, cansado de trabajar y perder plata, quiere vender todo y colocar el dinero en un banco. Así, podrá vivir de rentas sin necesidad de trabajar. Pronto comienza a ganar dinero, mientras que el otro, rechaza la oferta y trata de mantener en funcionamiento el negocio. Es el momento en el país en el que entran en escena los oportunistas, los embaucadores, los sin escrúpulos Más vale estar bien despierto. De lo contrario, es fácil terminar involucrado en una nueva estafa, y convertido en otra víctima de nuestro pendular económico financiero.

La historia transcurre en 1978, durante el Mundial de Futbol, cuando ganamos la Copa y la gente repetía "Dios Debe Ser Argentino". La película analiza cuidadosamente esa proposición, al menos en lo que respecta a la cultura empresarial. No obstante, ante la oportunidad, el argentino aprovecha. Después hay tiempo de quejarse y siempre confiamos en que Dios proveerá. Queda claro que el film es una crítica al capitalismo financiero en un momento del país en el que el gobierno ha vuelto a apostar por una economía más liberal y abierta. Puede verse en los detalles de ambientación: un japonés se pasea por los pasillos de una tienda. También puede escucharse una breve charla de dos personas hablando en inglés sobre cómo la libertad de mercado hace libres a las personas.

Es una película no solo valiente, sino que también esboza una especie de historia moralizadora, enraizada en la tradición crítica de Fernando Ayala. Enfatiza en lo poco cautelosos que somos ante las promesas de ganar dinero fácil. Lo interesante del caso, es que la inexistencia de un proyecto de país, nos hace pendular entre la derecha y la izquierda en forma permanente sin que podamos conseguir ubicarnos en un justo medio donde una amplia mayoría se ponga de acuerdo y logremos establecer una meta que no solo nos integre como país en el mundo, sino también, lograr salir del siesta con inversión y trabajo y abandonar esa idea infantil de recuperar un pasado esplendoroso que en realidad nunca llegó a existir.

Dirigida con eficacia, escogiendo personajes basados en prototipos que se mueven en ese ambiente, retrata con sutileza al ambicioso empresario, la esposa frívola y aburguesada; el hijo sumiso a su padre; y el precavido con un alto sentido de la honradez. Del otro lado, aparece el financista oportunista, el economista astuto, el asistente mañoso, el relacionista público. Con esos personajes y una historia ágil y fluida, escrita con la mordacidad y el cinismo necesario para el caso, Ayala acierta siempre con sus precisos detalles y sus situaciones objetivamente tomadas de la vida cotidiana, aunque parezca ficción. “PLATA DULCE” se luce en su recreación de un mundo donde las mañas y la corruptela son el pan nuestro de cada día.

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