MARGARET de Keneth Lonergan
“Algún día, no obstante, lloraras, por cosas que sabrás perfectamente. Pero ahora, muchacha, da lo mismo el nombre que les des, pues solo hay una forma de dolor” Gerard Manley Hopkins (1844-1889)
En el comienzo del film, Lisa Cohen (Ana Paquin), protagonista casi absoluta del film, sin intencionalidad alguna, pero con absoluta irresponsabilidad, provoca un accidente de tránsito que deja como resultado una mujer muerta. Lisa es una adolescente que cursa su último año de secundaria, hija de padres divorciados, que vive con su madre y su hermano en el West Side de Nueva York. Su padre, se ha mudado a California por un asunto de negocios y vive allí con su nueva esposa.
El film es la descripción de una crisis. Es el relato de una toma de consciencia. Es la soledad que expresa una joven que sabe que ha cometido una acción equivocada pero que aún no comprende sus consecuencias. En ella se suceden los distintos estados de ánimo que genera el accidente. Queda en estado de shock mientras trata de entender qué ha pasado. Cuando lo entiende, deviene en una negación del hecho, por lo cual se expresa con rebeldía y fastidio hacia todo lo que la rodea, especialmente su madre y sus profesores.
Desde lo psicológico, aparecerá la frustración cuando reconoce que el accidente ha sucedido de modo diferente. Entonces, comienza a buscar una válvula de escape y ve con agrado la posibilidad que le ofrece su padre de irse a vivir a California con él e iniciar sus estudios universitarios en aquel lugar. Esta especie de cambio no es más que un abandono. La toma de consciencia no se da y aparece una necesidad de experimentar, de crecer, de madurar. Nuestra protagonista decide perder su virginidad. Su cuerpo se transforma en el de una mujer aunque su cabeza continúa siendo la de una adolescente que pretende tomar una decisión. Se pone en contacto con una amiga de la persona fallecida en el accidente y busca generar una causa legal contra el conductor de colectivo. El resultado final será una nueva decepción dado que sus pensamientos adolecentes coalicionan contra un mundo adulto regido por intereses mayormente de tipo económico, lejos del ideal de justicia.
Pero si miramos desde lo religioso, es el sentido de culpa el que la desgarra emocionalmente y la transporta compulsivamente hacia sus semejantes: padres, profesores y compañeros. Lisa es una especie de tormenta que no encuentra contención. No obstante, hija de un padre judío y una madre católica, ninguno de los dos practicantes, no parece el culto religioso ser un componente influyente en su comportamiento, ni muchos menos de sus decisiones morales.
Lonergan se detiene en la relaciones de Lisa con respeto y pulcritud. Describe minuciosamente la relación en el hogar con su madre y su hermano. En ello aparece un mundo lleno de frustración donde aparece un modelo de familia disfuncional. Padres separados y ausentes. Su madre encuentra su propia válvula de escape e incluso una forma de vida a través del teatro vocacional. Es actriz. Y su padre, solo aparece y se manifiesta en forma telefónica. Su hermano es un ser que no existe para ella.
El mundo de la escuela pretende ser un mundo de aprendizaje y reflexión dentro de un marco de austeridad y disciplina, donde obviamente el mundo perturbado de Lisa no encuentra demasiado lugar ni contención. Su desinterés por las clases y sus profesores es manifiesto. Sus hormonas están en un estado de ebullición tal que la aproximación a sus profesores está más signada por lo sexual que por lo intelectual.
El film está armado como un rompecabezas en el cual todo gira alrededor de Lisa, epicentro absoluto del relato. Es notable la forma en que Lonergan describe a sus personajes y las relaciones que se establecen entre ellos. Si bien narrado siempre desde el punto de vista de Lisa, el mundo que gira a su alrededor queda retratado en forma firme e indeleble.
Relato sobre una adolescente que se transforma en mujer, el film encuentra en todo momento la sensibilidad de Lonergan, especialmente en su hermoso final en la Opera de Nueva York, cuando emocionada por la música estalla en llanto y su madre le dice: Es que la vida no es una ópera…Y no todos somos personajes secundarios de tu vida!
Queda una pregunta para el final. ¿Quién es la Margaret del título? Es la muchacha al que poeta Gerard Manley Hopkins le dedica el poema “Primavera y Otoño”, el cual habla del dolor de crecer. De ese dolor es el que nos habla Lonergan en este gran film.