top of page

ERNST LUBITSCH (1892-1947)


EL TOQUE MAESTRO

El “Toque Lubitsch” se convirtió en una especie de marca registrada inmediatamente reconocible para todos aquellos amantes del buen cine. Nadie ha logrado realizar crítica política y social con su elegancia y profundidad. Su gracia y fina ironía lo convirtieron en maestro de maestros. Su cine se mantiene inalterable, y sus obras son modelos de los que han abrevados todas la generaciones de comediantes que lo siguieron.

Nacido en la capital alemana, el 28 de enero de 1892, Ernst Lubitsch era hijo de un sastre judío de procedencia rusa. Desde muy joven fue un apasionado del cabaret, y de todo lo relacionado con la interpretación, hasta tal punto que a los 16 años decide dejar los estudios y probar fortuna como actor en diversos locales nocturnos de music hall.

En 1911, Ernst Lubitsch se une a la compañía teatral del ilustre Max Reinhardt, figura fundamental del teatro alemán. Llegó a ser protagonista de alguna de sus obras, al tiempo que para ganar un dinero extra, entra en el mundo del cine, primero como oficinista en los estudios Bioscope, y más tarde como actor en algunas películas. Hace su debut en una serie de comedias interpretando a un personaje típicamente judío. Desde 1914, decide escribir y dirigir sus propios filmes.

Su primer éxito fue el corto de terror Die Augen der Mumie Ma, con Pola Negri, que se convertiría en una gran estrella. Cuando el gobierno y la banca alemana deciden apoyar a la compañía UFA para producir grandes superproducciones que pudieran competir con las películas de Hollywood, Lubitsch se convierte en el director más destacado, sobre todo a raíz del éxito de Madame Du Barry, una crítica a la Revolución Francesa, que hace hincapié en la violencia revolucionaria. A raíz de que UFA tenía como objetivo que sus películas criticaran a los enemigos de Alemania, Lubitsch dirige también Ana Bolena, recreando un oscuro episodio de la historia inglesa.

Años más tarde, fue la actriz Mary Pickford quien le ofreció a Lubitsch ir a los Estados Unidos, para que la dirigiera en Rosita, un film que ella quería protagonizar y producir. El film no tuvo éxito, pero Warner, en aquel entonces una pequeña compañía, se interesó en él y le ofreció un contrato. Lubitsch rápidamente se destacaría en el terreno de la comedia. Filma The Marriage Circle, con Adolphe Menjou y La frivolidad de una dama, con Menjou y Pola Negri.

Estamos en la década del 20 y el rótulo de “el toque Lubitsch” comienza a hacerse célebre refiriendo a un estilo que sugería más que lo que mostraba, como ocurría en las célebres puertas entreabiertas de El abanico de Lady Windermere. El estilo se caracterizó por una compresión parsimoniosa de ideas y situaciones en breves escenas que proporcionaban una ironía que era clave para los personajes e incluso el significado de la película. El cine del realizador alemán se distingue también por su enorme capacidad para tratar temas dramáticos bajo una apariencia de comedia desenfadada.

Su cadena de triunfos durante el período mudo - Forbidden Paradise, Kiss Me Again, Lady Windermere´s Fan, The Student Prince, etc. - continuó durante la transición al sonido. Unos años después, con la llegada del sonido al cine, Lubitsch comienza a deslumbrar con la escritura de sus diálogos. El diálogo ingenioso, la música y las canciones apropiadas dieron un mayor agarre al ya famoso Toque Lubitsch. Desfile del Amor, Monte Carlo, y El Teniente Seductor fueron aclamadas por los críticos como obras maestras del nuevo género musical. Para sorpresa de todos, la siguiente película de Lubitsch fue un drama sombrío, The Man I Killed (más tarde retitulado Broken Lullaby), un feroz documento contra la guerra, pero un fracaso de taquilla. Pronto regresó a la comedia sofisticada. Mientras que la mayor parte de las películas mudas de Lubitsch habían sido hechas para Warner Bros, sus primeras imágenes con sonido fueron para Paramount.

Tras la llegada de los nazis al poder, Lubitsch se nacionaliza estadounidense. En 1935 fue nombrado gerente de producción del estudio y posteriormente produjo sus propias películas y supervisó las producciones de otros directores. Permanece muy poco en el cargo dado que decide dedicarse de pleno a la realización cinematográfica. Está en su período más fecundo. Realiza películas como Ángel, con Marlene Dietrich (una mujer que tiene una aventura extraconyugal en París), y con Billy Wilder como coguionista, La octava mujer de Barba Azul.

En 1939, Lubitsch logró para MGM, uno de los triunfos más importantes de su carrera con Ninotchka, un rompecabezas político-sexual protagonizado por Greta Garbo. En los años 40, Lubitsch filma títulos como El bazar de las sorpresas, o El diablo dijo no. No obstante, sus mejores películas son las críticas políticas dentro del formato de la sátira: el comunismo (Ninotchka), el nacionalsocialismo (Ser o no ser), la crítica costumbrista en El pecado de Cluny Brown (que fue su última película). En 1942 causó una cierta controversia con su comedia anti-nazi Ser o No Ser. Al año siguiente firmó un contrato de productor-director con 20th Century-Fox, pero su trabajo fue cancelado por su falta de salud. A finales de 1944 tuvo que entregar la dirección de A Royal Scandal a Otto Preminger aunque permaneciendo en el proyecto como el productor. En marzo de 1947 fue galardonado con un premio especial de la Academia por su "contribución de 25 años a las películas". Murió unos meses más tarde, a los 55 años, de un ataque al corazón. Su última película, That Lady in Ermine, fue completada por Otto Preminger y estrenada póstumamente en 1948. En el funeral de Lubitsch, William Wyler dijo: “Ha muerto Lutbisch”. Billy Wilder respondió: “Peor que eso, no habrá más películas de Lutbisch”.

¿QUÉ ERA EL TOQUE LUBITSCH?

Como decía su colega y admirador Billy Wilder, “durante veinte años todos nosotros intentamos encontrar el secreto del toque Lubitsch. De vez en cuando, con un poco de suerte, lográbamos algún que otro metro de película brillara fugazmente como si fuera de Lubitsch.” El toque Lubitsch era como el aroma de un buen vino al que todo el mundo detecta y degusta pero que nadie puede explicar del todo. Estaba compuesto por un argumento elegante y sofisticado, por un refinamiento que, a menudo, se deslizaba hacia la ironía fina. En cada escena era tanto lo que se sugería como lo que se mostraba y, en muchas de sus películas, subyacía un erotismo tan sutil, que los censores nunca podían justificar cortarlo. Las comedias de Lubitsch eran de apariencia ligera pero deslizaban un compromiso moral y social profundo como en Ser o no ser (1942), en la que contó las peripecias de una compañía de teatro en la Varsovia ocupada por los nazis.

Detrás de unas escenas que resultaban tan naturales como si se produjeran en el instante en el que las veía el espectador, se escondían, curiosamente, unos guiones muy trabajados en los que colaboraban algunos de los escritores más inteligentes de la industria, como Billy Wilder o Charles Brackett. Lubitsch era, además, un perfeccionista que no dejaba ningún detalle al azar. Para recrear en el estudio la tienda de Budapest en la que ambientó El bazar de las sorpresas (1940), por ejemplo, pidió a uno de sus colaboradores que le consiguiera el inventario de una tienda de artículos de piel de esa ciudad. Y cuando una de las protagonistas de esa película, Margaret Sullavan, le enseñó un vestido de dos dólares que había comprado para el papel, le dijo que era demasiado elegante para el personaje, pero no lo rechazó. Hizo que lo retocaran para que no le sentara tan bien y lo puso al sol para que quedara descolorido.

EL TOQUE LUBITSCH, EN CUATRO PELÍCULAS

Ernst Lubitsch fue un cineasta que supo desenvolverse en multitud de géneros, aunque destacó principalmente en la comedia. Él fue quien descubrió a directores como Billy Wilder -con el que trabajó en varias ocasiones- y Otto Preminger. Durante más de 20 años, en Hollywood siempre se habló de El toque Lubitsch, que era definido como ese “no sé qué” que se desprendía de todas sus películas y que nadie sabía muy bien cómo explicar. Sus películas eran sutiles e irónicas, con grandes guiones y pequeñas dosis de erotismo. Le gustaba jugar con la ambigüedad y fue considerado como el fundador de la comedia refinada. Pero, ante todo, de sus largometrajes se desprendía una naturalidad y espontaneidad única, como si la escena nunca hubiera sido ensayada.

1. NINOTCHKA (1939)

Ninotchka, es una comedia romántica protagonizada por Greta Garbo (una de las pocas que hizo de este género). Lubitsch aprovecha, en tono satírico, para cargar contra el comunismo y ensalzar el capitalismo. Por otra parte, no era un hombre de muchos exteriores en sus películas, por lo tanto, la mayoría de sus rodajes los hacía en estudios. Dado que Ninotchka se desarrolla en un hotel, el director y guionista se luce con sus diálogos brillantes, un ritmo ágil y una serie de secuencias de lo más pintorescas en las que contó con la colaboración de un joven Billy Wilder escribiendo algunas escenas.

Tres comerciantes rusos llegan a París para negociar las joyas de una dama perteneciente a la ex-nobleza del imperio ruso. La antigua propietaria de las joyas, la Gran Duquesa Swana (Ina Claire), se ha exiliado en París, y trata de recuperar la posesión a través de la justicia francesa. Su abogado y amante, el Conde Leon d'Algout (Melvyn Douglas), aconseja a los rusos esperar la sentencia de la justicia. Mientras tanto, la supervisora ​​rusa Nina Ivanovna Yakushova "Ninotchka" (Greta Garbo) es enviada a París para examinar y evaluar el desempeño de los negociadores y, incidentalmente, conoce al Conde Leon d'Algout.

Ninotchka "es una comedia romántica y una sátira divertida sobre la lucha de clases. La química entre Melvyn Douglas y Greta Garbo, es asombrosa. La confrontación entre el capitalismo y el socialismo es exagerada, etiquetada y caricaturizada, pero muy divertida y eficaz. Cuando Ninotchka comienza a caer bajo el encanto de París, su buena comida, su ropa de moda, y se involucra con un galán como Douglas es suficiente para provocar la risa, ya que a partir de ese momento, la comedia es una delicia. La escena ambientada en un club nocturno cuando Ninotchka descubre las maravillas capitalistas del champán es inolvidable.

2. EL BAZAR DE LAS SORPRESAS (1940)

La película transcurre en Hungría. Jimmy Stewart juega al soltero "Kralik" que se convierte en el admirador secreto vía correspondencia de la inocente "Klara", que interpreta Margaret Sullavan, que es su compañera de trabajo. Klara confía en Kralik y le cuenta sobre el contenido de las cartas que recibe de su amigo invisible que no es otro que el propio Kralik. Obviamente, Kralik está enamorado de Klara, pero cae en la trampa por la que no puede confesarle sus sentimientos hacia ella dado que ella ha comenzado a enamorarse del escritor de las cartas. No hay una escena, un dialogo, una actuación, o un momento en El Bazar de… que no sea correcto, partiendo por el guión y terminando por el elenco elegido. Es una comedia sutil e inteligente. Nada está exagerado ni fuera de lugar. Es uno de esos clásicos que cada vez que uno lo vuelve a ver le parece mejor. Margaret Sullivan como una mujer algo desesperada, neurótica, pero a su vez encantadora y atractiva, está sensacional. Jimmy Stewart muestra lo gran actor que es toda vez que la película se cuenta desde su punto de vista y todo gira a su alrededor.

Él es capaz de transmitir todos sus sentimientos en cada escena que le toca participar.

La tienda es un microcosmos de la vida, con sus pequeñas alegrías y sus amargas decepciones, es el miedo a la soledad, un lugar donde todos pueden sentirse parte de una familia. Lubitsch, aquí muy cerca de Capra, demuestra que los hombres buenos como Kralik pueden triunfar, y la escena final de los amantes es una muestra de todo su ingenio como autor y director.

3. LO QUE PIENSAN LA MUJERES (THAT UNCERTAIN FEELING) (1941)

Infelizmente casada, Jill Baker necesita consultar a un psicoanalista. Se siente desilusionada de su marido. Un día, en la sala de espera del médico, se encuentra con el pianista Alexander Sebastian, que está aún más confundido que ella. ¿Podrá Jill salvar su matrimonio? Larry, su marido, tiene un plan que es puro Lubitsch...

LO QUE PIENSAN LA MUJERES se basa en una obra francesa de Victorien Sardou, un dramaturgo francés del siglo XIX, y es también la remake sonora de un film mudo del propio Lubitsch de 1925 que se tituló Kiss Me Again. Lubitsch actualizó la obra y la situó en Nueva York. Consigue un guión notable y encuentra buenos actores (Merle Oberon; Melvin Douglas y Burguess Meredith) para ponerlo en escena. En consecuencia, estalla lo mejor de la comedia dramática. En otras manos podría haber caído en el melodrama o en una vulgar comedia. Pero aquí aparece el famoso “toque Lubitsch” y el cine resplandece.

Es interesante la descripción de la clase media acomodada de Nueva York que muestra el film. Hay en Jill un aburrimiento existencial que Lubitsch describe con mano maestra que hace que ella no solo se aburra de su marido sino que le preste atención al pianista Alexander que tiene muchos más problemas que Larry. La visión de Lubitsch es la de un mundo de mujeres sin preocupaciones aparentes y sin nada qué pensar más que en su infelicidad, cuestión que las lleva al aburrimiento existencial y las empuja a tener affaires con personajes menos interesantes que sus propios maridos, todos ellos enfrascados en sus negocios. Es la vieja cuestión de ser o tener que en el esplendor del desarrollo americano parece pasar inadvertida pero que no deja de ser una crisis real.

4. SER O NO SER (1942)

Esta película fue hecha antes del ataque de Pearl Harbor y que los Estados Unidos entrarán en la guerra, o sea, mientras permanecían en situación "neutral". Por lo tanto, no se le permitió a la película ser estrenada hasta después que los EEUU entraran en la guerra.

Comedia negra, inteligente, y tan actual como cuando fue hecha, transcurre en 1942 y debe haber causado un gran shock por su irreverencia. No hay personajes buenos ni diálogos políticamente correctos. Considerada como una de las grandes obras maestras del cine de todos los tiempos, su frescura, originalidad, ritmo narrativo, situaciones cómicas y diálogos brillantes hacen de ella una película que ocupa un lugar en la historia del cine. La estructura e incluso la evolución de la historia son muy modernas. Hay flashbacks y vueltas del guión que deben haber hecho vanguardia en aquel momento.

Es imposible no dejarse llevar y hacerse partícipe de esta trama en la que el matrimonio protagonista lo único que busca es poder representar a Shakespeare y harán lo que sea para conseguirlo, incluso colarse en el cuartel general de las SS si es necesario con ayuda de toda la compañía de teatro porque, al fin y al cabo, lo que de verdad sabían hacer es actuar…

Lubitsch nos deja una obra maravillosa y vital. Una película notable por muchas razones. No sólo es hilarante, hay suspenso, intriga y una historia para contar. La narración es muy complicada porque transita diferentes géneros. Parte con un tono satírico describiendo a Hitler y a los nazis, ridiculizándolos sin piedad por su autoritarismo y su forma de dominación a través del miedo y del terror. Por otro lado, se burla de la vanidad de los actores de una manera cálida y feliz, asumiendo un tono farsesco sin perder nunca el equilibrio narrativo.


Follow Us
  • Twitter Basic Black
  • Facebook Basic Black
  • Black Google+ Icon
Recent Posts
bottom of page