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ELIA KAZAN (1909-2003)


VICTIMA DEL MACCARTHISMO

Elia Kazan (de apellido real Kazanjoglou) nació en Turquía (Imperio Otomano) en 1909, dentro de una familia perteneciente a una minoría griega. Llegó a los Estados Unidos a la edad de seis años y su primera pasión fue el teatro. Estudió arte dramático en la Universidad de Yale a partir de 1930 y llegó a debutar como actor en una obra protagonizada por Humphrey Bogart. Interpretó diversos papeles para luego asumir la dirección de obras. A mediados del decenio comenzó a destacarse como director escénico, triunfando en Broadway con adaptaciones de “Un Tranvía Llamado Deseo”, “Muerte De Un Viajante” y “La Gata Sobre El Tejado De Zinc”, en las que sobresalió como director de intérpretes.

Desde 1941 su proyección teatral creció notablemente y se convirtió en uno de los referentes de la época, lo que le permitió conseguir tres años más tarde el premio de la crítica por su puesta en escena de una obra de Thornton Wilder. Durante esa época también amplió su labor como actor de cine en películas como “Ciudad de Conquista” (1940) o “Blues In The Night” (1941), ambas dirigidas por Anatole Litvak.

Su nombre comenzó a escucharse cuando los actores James Dunn y la niña Peggy Ann Garner obtuvieron sendos Oscars por sus labores en el drama “Un Árbol Crece en Brooklyn”, donde Kazan demuestra desde sus primeras películas que todo el trabajo realizado sobre el escenario no era inútil dado que lo convertía en uno de los mejores directores de actores que dio el cine estadounidense. Para él, es una época de experimentación cinematográfica, en la que se suceden títulos de desigual acierto pero que le permiten asumir compromiso con la realidad social. Cuando comenzó a filmar en Hollywood películas como “Lazos Humanos” (1945), El Justiciero (1947) y La Barrera Invisible (1948), profundizó sobre los errores judiciales y el antisemitismo. Esta última le permitió ganar su primer Óscar al Mejor Director. No obstante ello, su mayor aporte de esos años fue la fundación del “Actor´s Studio” junto a Cheryl Crawford y Robert Lewis. Esta escuela de actores se transformó en una de las más importantes del mundo dando una forma de actuación que se ha hecho clásica en el mundo del cine.

En 1951 Kazan filmó su versión cinematográfica de “Un tranvía llamado deseo”. Para el papel de Blanche decidió llamar a Vivian Leigh, mientras que para el de Stanley decidió confiar en su alumno más aventajado, Marlon Brando, que solo tenía una experiencia cinematográfica anterior pero ya había mostrado su fibra en Broadway. La confrontación entre Blanche (Leigh) y Kowalski (Brando) se iba a transformar en una exposición de los dos grandes métodos de actuación: el viejo Stanislavski contra el nuevo del Actor’s. El Óscar lo ganó Leigh pero había nacido una nueva forma de actuar. La adaptación de la obra, los actores secundarios y el decorado también obtuvieron su Oscar. El éxito de Un Tranvía… lo llevó a Kazan a reincidir con Brando en ¡Viva Zapata!, una película histórica sobre el líder de la revolución mexicana.

En 1952, fue llamado a declarar ante el Comité de Investigación de Actividades Antiamericanas por el senador McCarthy. Kazan reconoció haber sido militante comunista de 1934 a 1936, pero se negó a dar nombres. Algo que acabaría haciendo posteriormente y de forma voluntaria. Mantuvo su posición de privilegio dentro del cine pero lo convirtió en un delator para muchos de sus colegas que nunca lo perdonaron.

Lejos de arrepentirse Kazan, cargó con el estigma y filmó una película llamada Fugitivos del Terror Rojo en la que el dueño de un circo checo intenta escapar hacia el mundo libre con toda su compañía desde detrás de la cortina de hierro. Después, Kazan rueda la que es, sin duda, su obra maestra, “Nido de Ratas”, la historia de un ex boxeador que trata de redimirse pero se gana la vida como un guardaespaldas de los capos mafiosos en los muelles de Nueva York. El filme es casi un descargo cinematográfico con el que pretendió recomponer su situación ante sus pares y la industria después de haber declarado ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas del Senado. La película obtuvo ocho premios Oscar, entre ellos, a la mejor película, al mejor director (el segundo en la carrera de Kazan) y al mejor actor, que se llevó Brando por su papel de Terry Malloy.

El siguiente paso de Kazán sería “Al Este del Paraíso”, donde brillaría James Dean, otro joven talentoso al que la muerte en un accidente vial, lo sorprendería tempranamente en su vida. Kazan demostró aquí nuevamente su gran habilidad para dirigir actores, a la vez que adaptó con gran lucidez un texto difícil de John Steimbeck. Un año después, en 1956, Kazan regresa a Tennessee Williams con “Baby Doll”. Otra vez la contra se le vuelve encima. La crítica, esta vez, proviene de la Iglesia Católica que pide que la película sea censurada. En 1961 regresa expresando algunos de los tabúes sexuales de la sociedad estadounidense en “Esplendor en la Hierba” (1961), película en la que descubre a Warren Beatty. Un film sobre los primeros amores y frustraciones, también premiada por la Academia.

Dos años más tarde realiza su obra más personal, “América, América” (1963), adaptación de la novela que escribió sobre la emigración de su familia a los Estados Unidos, en la que relata las experiencias de una familia de emigrantes que deja traslucir una mirada sobre problemas sociales generados entre musulmanes turcos y cristianos ortodoxos griegos que termina con la emigración de los primeros a la Tierra Prometida: EEUU. La familia de la película no era otra que su propia familia. El film fue un fracaso económico que lo mantuvo alejado de las pantallas durante varios años.

Seis años después reaparece como el Ave de Fénix adaptando otra de sus novelas en El Arreglo (1969), protagonizado por Kirk Douglas, Faye Dunaway y Deborah Kerr, y finalizó su obra cinematográfica con El Último Magnate (1976), basada en una historia de Francis Scott Fitzgerald que condensa la compleja relación que mantuvo Kazan con la industria del cine americano. Las últimas tres películas que filmó se encontraron con un Hollywood muy distinto, dominado por una nueva generación que había aprendido mucho de su cine.

Años antes confirmaba que su actividad literaria mejoraba obra tras obra, pues completó su carrera de escritor con dos buenas novelas según la crítica: Los asesinos (1972) y El Monstruo Sagrado (1974).

En 1999 cuando le fue concedido el Óscar honorífico a toda su carrera, los encargados de entregárselo fueron Martin Scorsese, uno de los principales exponentes de la generación que lo sucedía, y Robert De Niro, al que muchos consideraban el heredero más legítimo de Marlon Brando. Cuando llegó el momento de la que debería haber sido la gran ovación de su vida, la mitad de la sala permaneció sentada. El estigma del delator volvía a aparecer en su vida, una vida marcada por aquel lejano acto de 1952 del que nunca se retractó, y al que nunca le perdonaron. Este hecho no solo eclipsó su condición de gran director, sino también a gran parte de su obra.

Considerado por Martin Scorsese como uno de los “padres” del cine moderno gracias a títulos como “Un tranvía llamado deseo”, “La ley del silencio” o “América, América”. Elia Kazan fue maestro de muchos jóvenes en los años cincuenta, y una larga lista de actores alcanzó altos niveles interpretativos gracias a las clases que impartió en su centro de formación y a su capacidad para dirigir actores. Kazan murió el 28 de septiembre del año 2003 a los 94 años de edad, en Manhattan, Nueva York, Estados Unidos de América. Había ganado dos veces el Óscar al Mejor Director, un Oscar a su carrera, fundado el Actor´s Studio y descubierto al actor más famoso del Siglo XX: Marlon Brando. Fue un hombre tan discutido como un realizador excepcional del séptimo arte.


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