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FEDERICO FELLINI (1920 – 1993)


Federico Fellini nació en Rímini, Italia, el 20 de enero de 1920, hijo de Ida Barbiani y de Urbano Fellini. Falleció a los 73 años, el 31 de octubre de 1993, en Roma.

Después de cursar el Bachillerato, comienza a trabajar como caricaturista. Dibuja afiches de películas y hace retratos de famosos. En 1938 colabora con "La Domenica del Corriere", y con la revista humorística "420". En 1939 se muda a Roma para estudiar Derecho. Para costearse los estudios, trabaja en la redacción de Marco Aurelio, una revista satírica, donde logra hacerse conocido. Poco después, comienza a escribir monólogos para el cómico Aldo Fabrizi, Varios de sus textos fueron reciclados para la serie de radio ​​"Cico y Pallina", cuyo tema era los recién casados. Pallina era interpretada por la estudiante de actuación Giulietta Masina. Consecuencia de ello, Fellini conoce a la joven Giulietta, de quien se enamora, contrayendo matrimonio en octubre de 1943.Giulietta quedó embarazada pero al mes de nacer, muere su hijo. La pareja nunca pudo tener hijos.

Con el paso de los años, su ciudad natal, Rímini (Amarcord, 1973) y sobretodo Giulietta, se convirtieron en su principal fuente de inspiración. Ella protagonizó sus principales películas de los años 50: La Strada (1954); El Cuentero (Il Bidone, 1955); Las Noches de Cabiria (1957); Giulietta de los Espíritus (1955) y Ginger y Fred (1986).

En 1942 comienza a escribir como guionista pero recién comienza a ser reconocido en 1945 cuando Roberto Rossellini lo llama para colaborar con el guión de Roma, Ciudad Abierta. También participará en los guiones de Paisá y otras películas del mismo director.

Más tarde también trabaja para otros dos importantes directores italianos: Alberto Lattuada (El Delito de Giovanni Episcopo, 1947; Sin Piedad, 1948; El Molino del Po, 1949) y Pietro Germi (En Nombre de la Ley, 1949; El Camino de la Esperanza, 1950; La Ciudad se Defiende, 1951).

En 1950 debuta como director de cine con Luces de Varieté, que codirige con Lattuada. En 1951 realiza su primer trabajo en solitario con El Jeque Blanco, que tiene como protagonista a un capo cómico como Alberto Sordi.En este trabajo colaboran en el guión Michelángelo Antonioni y Tulio Pinelli, quien se transformaría en su coguionista habitual. En 1953 recibe su primer gran reconocimiento. Los inútiles, también con Sordi como protagonista, es galardonado con el León de Plata en Venecia, pero su reconocimiento internacional llega un año más tarde con La Strada, protagonizada por Giulietta Masina y el norteamericano Anthony Quinn. El film es galardonado con el Oscar a la Mejor Película Extranjera de 1954 y transformará a Federico Fellini en un director de culto. La máxima expresión de ese culto la terminará de construir con Fellini 8 ½, considerada por la mayor parte de la crítica como su mejor y más personal obra. Le valió su tercer Oscar y marca el comienzo de la segunda etapa de su filmografía, en la cual prevalece el llamado “toque felliniano”, un derroche de fantasía y barroquismo, lleno de un humor surrealista.

Entre los títulos más importantes, los más premiados fueron: Las Noches de Cabiria (1957) le valió su segundo Oscar, La Dolce Vita (1960) la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Ocho y Medio (1963) su tercer Óscar, Amarcord (1973) el cuarto Oscar de su carrera como director, La Entrevista (1987), recibió el premio de los cuarenta años del Festival de Cannes y el gran premio del Festival de Moscú. La carrera de Fellini está llena de homenajes y reconocimientos, como La Legión de Honor (1984) y el Premium Imperiale que otorga el emperador de Japón (1990). Fellini es, además, el director más premiado en la historia de los Premios Oscar. Recibió cuatro.

Completan su filmografía: Satiricon (1969), Roma (1972), Casanova (1976), Ensayo de Orquesta (1979), Ginger y Fred (1985) y La voz de la Luna (1990).

Cuando Fellini falleció en 1993, dió paso al nacimiento de una leyenda que se mantiene presente en el espíritu del cine europeo de nuestros tiempos. Su apellido dio origen a la palabra: fellinesco, que remite a un modo de ver y construir un universo tan personal como creativo.

Me parece haber nacido a los 22 años. De todo lo anterior no recuerdo casi nada, solo fragmentos. Lo sustancial me lo he inventado todo. Después he realizado un trabajo que ha especulado con esta memoria inventada que hasta mis padres, en Rímini, no sé si serán capaces de distinguir mi realidad de mis fantasías, declaró en un reportaje otorgado al diario La República en 1990, tres años antes de su muerte. “Hacer un trabajo como el mío, me ha llevado a pensar que la vida me fue dada para contarla”.

SUS 5 PELICULAS MÁS FAMOSAS Y GALARDONADAS

LA STRADA (1954)

Una playa azotada por el viento en algún lugar de la Italia de posguerra. Una familia en situación de pobreza extrema se gana la vida como puede. En esa situación, la niña Gelsomina es vendida por su madre a Zampano que viaja ofreciendo un espectáculo que consiste en romper una cadena atada alrededor de su pecho. Látigo en mano, enseña a Gelsomina a tocar el tambor y la trompeta.

Strada significa calle en castellano. Y la película narra una historia sobre personas que viven en esa situación. Fellini nos habla de sentimientos humanos. El bruto Zampano (Anthony Quinn) compra a la inocente Gelsomina (Giulietta Masina) para sentirse acompañado durante un carnaval. No obstante ello, la trata cruelmente, tanto en forma física como emocional. Por el contrario, Gelsomina es puro sentimiento. Su aspiración es amar y ser amada. Su visión de la vida es simple e inocente.

Zampano es un bruto que no muestra cualidades. Su dureza lastima y complica la vida de Gelsomina. No obstante ello, Gelsomina se volverá una influencia positiva para él, un hombre que conocerá el significado más amplio de la palabra amor a través de una transformación que lo volverá tan frágil como vital, capaz de alcanzar la espiritualidad.

La Strada" colocó a Federico Fellini como uno de los mejores directores italianos de su generación. Trabajando con su colaborador habitual, Tulio Pinelli, el gran maestro creó una historia humana que aún conserva su frescura original. La partitura musical de Nino Rota le da a la película un toque de romanticismo que trasciende el medio en que se desarrolla la película. La fotografía en blanco y negro de Otelo Martelli colabora a esa atmosfera felliniana.

Este film podría ser considerado la primera obra maestra de Fellini. Con "La Strada", demuestra que cree en sus personajes. Es una película que muestra a una Italia derrotada que desea recuperarse de las heridas que le dejó la guerra. El film muestra un país empobrecido que intenta hacer frente a una nueva realidad. En la Strada hay esperanza pero también un futuro incierto.

Anthony Quinn interpreta a Zampano. La comprensión de su personaje es clave en el éxito de la película. El artista callejero que hace Quinn es natural y realista, y nos deja ver que detrás de ese corazón duro se puede encontrar a un hombre capaz de desarrollar sentimientos.

Giulietta Masina es Gelsomina, una mujer joven e ingenua, que personifica las mejores cualidades que una persona podría tener. Es buena y carece de malicia. Richard Basehart completa un elenco muy sólido.

La película es una especie de 'road movie' que nos lleva por los caminos de un país devastado por la guerra. Mientras vemos a Zampano practicar su oficio de pueblo en pueblo, observamos la bondad de Gelsomina. Una gran metáfora sobre la vida. Cada cuadro y cada escena de esta obra maestra tienen un propósito y un significado.

LAS NOCHES DE CABIRIA (1957)

Roma, 1957. Una mujer aparece maltratada. Se trata de Cabiria, una prostituta. El vándalo es su propio amante. Su motivo es el robo. Rescatada, reanuda su vida, haciendo lo posible para encontrar la felicidad en un mundo en el que reina la indiferencia.

Análisis sobre la resistencia del espíritu humano, "Las Noches de Cabiria" es una película extraordinaria. Federico Fellini parte de una estructura lineal, utilizando a Tulio Pinelli y Ennio Flaiano como guionistas y a Pier Paolo Passolini en los diálogos. En el rol principal, Giulietta Masina vuelve a ser la columna vertebral del Fellini. Ella es una actriz dúctil y el director la maneja como si fuera arcilla entre sus manos.

Giulietta es la actriz perfecta para este papel. Si el rostro fuera el espejo del alma, la cara de Masina refleja cada una de las emociones de su personaje pasando del cinismo amargo al anhelo melancólico, de la desesperación a la esperanza, de las lágrimas a las sonrisas. Mientras hay vida hay esperanza. Y Cabiria puede sonreír al final de esta obra maestra de la tragicomedia.

Cabiria es el prototipo de la mujer invencible. Ella mantiene una actitud positiva incluso ante la adversidad. Se trata de una historia atemporal. Una mujer que, a pesar de los malos momentos que ha pasado, no se da por vencida ni se arrepiente de nada. Ella es una prostituta que es engañada por la mayoría de los hombres con los que mantiene relaciones, pero nunca se resiente, ni se amarga con la vida que le ha tocado vivir.

A pesar de su profesión, ella es una mujer con moral. Incluso cuando cree que sus luchas han terminado y ha encontrado la felicidad. La realidad, a veces, no es lo que parece. La película nos conduce hacia un sentido de la inocencia.

No hay un momento fuera de lugar en la película. Fellini tuvo siempre claro la propuesta que manejaba. Giulietta Masina como protagonista era la actriz ideal para el personaje. Ella es la Cabiria soñada por el director. Su simple rostro siempre revela lo que está sucediendo en su interior.

A veces parece que ella es un espíritu que se disfraza de mujer. Su presencia es sutil, casi etérea, aunque al mismo tiempo exhibe la cualidad terrenal que le da a su personaje. Tal complejidad elimina cualquier apariencia de estereotipo que uno pueda asignarle a su personaje.

La película es un estudio de cómo el bien puede sucumbir ante el mal y, no obstante ello, triunfar al final. Al mismo tiempo, es un ejemplo de cómo la pureza puede prevalecer sobre la crueldad. Cabiria manifiesta una humanidad que la absuelve por su estilo de vida. Esa misma absolución es un mensaje de esperanza y redención.

Esta película está considerada como una de las obras maestras de Fellini.

LA DOLCE VITA (1960)

Marcello Rubini, romano y periodista, lucha por encontrar su lugar en el mundo. Dividido entre la mundanal y elitista sociedad romana y una vida de pareja sofocante, busca cómo convertirse en un escritor serio. Es un hombre inteligente, superficial, consumido por "la dulce vida" de la riqueza, la celebridad y la autocomplacencia, de la que informa y a su vez, anhela.

Marcello Mastroianni está perfecto como el periodista sensacionalista que sigue alegremente por Roma a una estrella de cine sueca (Anita Ekberg) mientras deambula por los bares de la ciudad emborrachándose. También tiene una aventura con una mujer madura (Anouk Aimee), mientras que su novia (Yvonne Furnaux) parece volverse loca. Su vida parece estar vacía, informa sobre cosas superficiales. Observa que la fama, la fortuna y las trampas del éxito no le interesan. Comienza a darse cuenta de que la estrella de cine es algo fugaz en su vida, los milagros no existen, y el horrible suicidio de su amigo (que parecía felizmente casado) le muestra la fragilidad de la vida.

El protagonista se encuentra en una encrucijada. Es incapaz de ser alguien o avanzar en alguna dirección. Carece de un objetivo. Está ensimismado y proyecta ideales y sueños sobre otras personas. Pero a medida que sigue proyectando a otros, se da cuenta que no conoce realmente a esas personas y ellas constituyen un misterio o una decepción para él.

Fellini resume una era y una actitud, y hace una película sobre vidas vacías y sin sentido. Steiner es su mayor decepción. Es un hombre perdido en una vida de corrupción y decadencia. Parece tenerlo todo, pero está insatisfecho y perturbado. El personaje de Anita Ekberg es una gran rubia de buen carácter, pero no es la misteriosa diosa que imagina. Su padre es un típico vendedor ambulante que quizás no sea la figura paterna que su hijo necesita. Magdalena hace honor a su nombre incluso cuando Marcello comienza a creerse enamorado de ella. Lo seduce una imagen que crea de ella en su propia mente. La única relación realista que mantiene es su novia, a la que trata mal y descuida. Ella lo ama, pero él sueña con otra cosa que no sabe bien qué o quién es.

Marcello no puede comunicarse con los demás porque no puede verlos como las personas que son. Las ve como proyecciones de sus propias necesidades, aspiraciones, deseos u objetivos. El film parece ponerse en contra de la autocomplacencia que lleva al auto desprecio, pero también se puede interpretar lo contrario.

La historia que nos narra Fellini consta de ocho episodios, que transcurren por la noche y terminan al amanecer. Cada uno describe su propia crisis. Y lo único que los une en un todo coherente es el protagonista de la historia, un observador de la naturaleza humana, que encuentra personas de la alta sociedad que parecen exteriormente felices y auto realizadas. Sin embargo, mirando más detalladamente, estas personas están vacías, huecas, alienadas, y emocionalmente a la deriva.

La Dolce Vita es una película compleja con muchas capas de significado. Mantiene el interés ​​aunque sus personajes parezcan antipáticos. Cuando toma contacto con cada uno de ellos, descubre la realidad, y esa realidad no lo satisface. Parecen la encarnación perfecta de su visión personal. Su actuación es maravillosa y consagratoria.

En última instancia, la búsqueda infructuosa de Marcello parece un dilema de tipo existencial, una búsqueda que abandonará al final, mientras mira en la playa a una encantadora joven que parece poseer el conocimiento y la comprensión que se le niega. El film nos deja, además, imágenes que se han vuelto icónicas: Marcello besando a Ekberg en la Fontana di Trevi, la Vía Véneto abriéndose entre las venas de Roma como una decadente y barroca experiencia hacia la Villa Borghese, la estatua de Cristo volando sobre Roma…

OCHO Y MEDIO (1963)

Esta película es considerada una de las mejores de todos los tiempos. Su primera visión suele parecer difícil de entender. Pero cuando se la analiza, se llega a la conclusión que no solo es una película muy personal y fundamental en la filmografía de Fellini, sino también de la historia del cine. Funciona de manera diferente. No sigue las convenciones de una película estándar. Es una película introspectiva. Una especie de autobiografía íntima de un periodo de la vida del propio director.

Guido Anselmi (Marcello Mastroianni) es un director de cine italiano que decide tomarse unas vacaciones luego se su último éxito. No obstante ello, no puede tener un momento de tranquilidad dado que sus habituales colaboradores lo llaman para todo tipo de consulta y sobretodo, saber si ya tiene un proyecto en mente para volver a trabajar. Pero en verdad, Guido se siente vacío. Se ha quedado sin ideas. Está intelectualmente paralizado.

Bajo la presión de sus productores, actores, fanáticos y periodistas, comienza a buscar en los recuerdos de su infancia, fantasías, sueños e ilusiones. Revisa su vida, sus logros cinematográficos, sus mujeres, sus amigos. Entonces se da cuenta que ese momento de revisión que está viviendo, es la semilla de su próxima película.

Ocho y Medio comienza con la escena de un sueño en la que un hombre queda atrapado en su auto en medio de un embotellamiento. El conductor entra en pánico. Decide salir por la ventanilla y comienza a flotar en el aire, planea sobre los otros autos y vuela por encima de todo hasta que lo bajan con una cuerda atada su tobillo. El conductor es el propio Guido Anselmi.

El embotellamiento es el propio bloqueo artístico del protagonista y es algo habitual en la vida de Guido. Sabe dónde quiere ir pero no sabe cómo llegar. Tiene a sus personajes escondidos en su galera. Son parte de su infancia y juventud. La Saraghina, una prostituta que solía ver bailando solitaria en la playa de Rímini. Una mujer obesa de unos 50 años de edad, ojos saltones, y un pelo negro ensortijado. Guido comienza a fascinarse con el recuerdo de esas imágenes. Entonces, aparece Claudia (la Cardinale), una musa inspiradora. Ella es una proyección de su narcisismo. La primera representa el placer libre de culpa. La segunda, la feminidad terrenal: una mujer ideal que complace todos sus deseos sin quejarse. Pero también hay una tercera, Luisa (Anouk Aimée), su esposa, la mujer que lo hace pisar tierra firme, vivir la realidad.

Filmado en blanco y negro, 8 1/2 es un viaje que emprende el propio Fellini a través de su alter ego, Guido Anselmi, hacia el interior de sí mismo. No es solo una mirada sino, fundamentalmente, una búsqueda existencial con el propósito de encontrar sentido a su vida y a su cine.

Guido Anselmi es mostrado como un gran farsante. Ordena construir una plataforma cuyo costo es millonario sin estar seguro para qué la va a usar. Por otra parte, Fellini lo pinta como un hombre deshonesto que tanto en su matrimonio como con su profesión se la pasa engañando a los creen en él. Eso lo hace sentir cansado y enfermo. Por eso, decide internarse en un spa para recuperar su salud y bienestar dado que productores, actores, y escritores lo han abandonado y dejado sin fuerza. Entonces comienza a sentirse abrumado por sus obligaciones, tanto personales como profesionales.

No obstante ello, su inocencia y su encanto nos permiten pasar por alto sus indulgencias. Disfruta de los placeres extraconyugales, pero tiene conciencia y se siente culpable por engañar a Luisa, a quien ama verdaderamente y tiene miedo de perder. Fantasea que todas las mujeres de su vida están juntas en un harén donde adoran cada uno de sus caprichos.

La escena del harén es una de las más fascinantes de la película. La esposa de Guido se pone de pie y se acerca a la amante. Se saludan como amigas de toda la vida y mantienen una conversación agradable. Luego, Guido entra a la casa de su infancia con algunos regalos. Su productor es la figura paterna. Representa todos los deseos de su padre. Por otro lado, hay muchas mujeres que luchan por su atención. Él las azota y las domina. La escena es una regresión al principio del placer. Esta escena se conoce como "La Escena del Harén". Aquí Fellini llega a una de sus cumbres como cineasta. Su imaginación, su puesta en escena, la música elegida y la fotografía realizada mayormente con cámara en mano resulta que todo sea extraordinario.

La película avanza hasta un punto donde la fantasía no se puede distinguir de la realidad. El espectador se encuentra frente a un laberinto deslumbrante. El film se transforma en una sátira sobre el frenesí y la incertidumbre. Fellini se regodea mostrando el choque de egos que ocurren en un set de filmación, pero también realiza una reflexión sobre la necesaria honestidad que debe haber en el conjunto de relaciones personales, profesionales y de pareja.

La visión Ocho y Medio requiere del total compromiso del espectador. Su final alude a que la vida es un juego en el que cada uno de nosotros está en un escenario desempeñando un rol. La combinación de imágenes, la música de Nino Rota y las notables actuaciones, especialmente Marcello Mastroianni, aseguran su lugar como una de las mejores películas de su filmografía e incluso de la historia del cine.

AMARCORD (1973)

La palabra Amarcord alude al recuerdo, y ello constituye la base de la que quizás sea su película más autobiográfica. Fellini vuelve otra vez al auto retrato. Esta vez, es su niñez y su adolescencia. Corre la década del 30 en un pueblo costero del norte de Italia. Los personajes vuelven a lucir extravagantes. Las costumbres sociales están impuestas por el catolicismo y la política (el fascismo que rodea al Duce Benito Mussolini). Las historias se concentran en torno a un adolescente y su familia. Los personajes que describe son sus vecinos: Gradisca, la mujer más bella de la ciudad, Volpina, la prostituta; Giudizio, el historiador; y un acordeonista ciego.

Esta película, además, está signada por las imágenes: un pavo real en medio de la nieve, un transatlántico anclado en el puerto, un ciego que pide que le cuenten cómo es. Los instructores en la escuela, la gente elegante, los grotescos.

Fellini evoca a Rímini, el lugar donde nació, desde el punto de vista de un adolescente. La irreverencia juvenil, la vulgaridad casual, y la exuberancia de los personajes fluyen a lo largo de la narración. Fellini recrea una noche de carnaval llena de incidentes. En "Amarcord", las percepciones de la infancia y los encuentros improbables se convocan a través de símbolos, sueños e ilusiones. La naturaleza de la verdad se vuelve totalmente subjetiva donde el relato de la infancia en una escuela pública o el enfoque crítico hacia la Iglesia se ven deliberadamente exagerados a través de la fotografía del maestro Giuseppe Rotuno que utiliza lentes que exageran la perspectiva, sobretodo aprovechando los primeros planos de los actores, profundizando así en el grotesco.

Fellini afirmó una vez que "nada ahoga más la imaginación que un buen recuerdo". En Amarcord la ficción se mezcla sutilmente con la realidad. Los recuerdos del director están estructurados en una serie de cuentos vagamente conectados donde la realidad desaparece para entrar en el terreno del mito.

La película utiliza un narrador en pantalla que comenta a la cámara sobre el pasado histórico de Rímini. El tono articulado y austero del comentarista se ve cómicamente alterado por algunas payasadas que ocurren fuera de pantalla. De la misma manera, una serie de procesiones extrañas pasan frente al espectador. Amarcord es una elaborada pieza de nostalgia poblada de individuos exóticos, inadaptados entrañables que parecen encajar en el universo no convencional del director. No obstante ello, Amarcord demuestra que el principal rasgo de Fellini como director no es la extravagancia, sino el sentimentalismo. Fellini ama a sus personajes. Uno puede no saber hacia dónde se dirige la mitad del tiempo, pero eso es parte de su atractivo. Y en Amarcord, Fellini está en todas partes.


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