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ELIO PETRI (1929 – 1982)


Elio Petri es uno de los directores italianos más importantes: realizó algunas películas maravillosas sobre la mafia, la política, la justicia y la igualdad social. Nació en Roma, Italia. Fue escritor y director de cine. Es conocido por obras tales como A Cada Uno lo Suyo (1967); Investigación de un Ciudadano Sobre toda Sospecha (1970); La Clase Obrera va al Paraíso (1971); La Propiedad ya nos es un Hurto (1973) y Todo Modo (1976).

La Trilogía del Poder de Elio Petri

Resulta interesante recuperar a un autor tan radical como visionario como fue Elio Petri. Escritor y director de cine, con una posición y una militancia de izquierda muy definida, su cine no solo continua vigente sino que su radicalización se ha vuelto de gran actualidad, confirmando que una gran parte de las observaciones y preocupaciones de su cine se han vuelto una realidad. Su cine presagiaba el triste panorama que se avecinaba a mediano plazo en una Europa concentrada en el éxito cortoplacista. El ya y ahora.

Toda la obra de este autor inconformista se movió por los carriles del cine social exhibido desde una óptica marcadamente satírica y crítica. Debido a su experiencia como periodista, Petri siempre estuvo muy bien informado sobre los resortes que manejaban el poder y estructuraban la sociedad.

Sus guiones chocaron muchas veces contra las garantías exigidas por los productores, sobre todo los italianos, lo que lo obligó a buscar apoyo en nuevos nombres capaces de tomar riesgo. Así, a principios de la década de los setenta, Petri construyó la que se denominó "La Trilogía del Poder", formada por las películas "Investigación Sobre Un Ciudadano Libre de Toda Sospecha", "La Clase Obrera Va Al Paraíso" y "La Propiedad Ya No Es Un Hurto”, en las que el director mostraba su inteligencia a la altura de los mejores cronistas sociales de la época, puntualizando en las debilidades existentes de una sociedad motivada únicamente por el dinero, el éxito a cualquier precio y el ascenso en el escalafón social ignorando todo tipo de atropellos y corruptelas.

Su primera obra trascendente fue Investigación sobre un Ciudadano Libre de Toda Sospecha (1970). Protagonizada por Gian María Volonté y Florinda Bolkan, ganó el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes de 1970 y el Óscar a la Mejor Película Extranjera de ese mismo año, además de ser candidato Petri (junto al coguionista Ugo Pirro) al Oscar al Mejor Guion Original. La película narra la historia de un comisario de policía (Gian María Volonté) que mata a su amante (Florinda Bolkan) y que pese a la confesión de su crimen, la policía no lo inculpa para no perjudicar el prestigio de la institución.

La trilogía continuó con La Clase Obrera va al Paraíso (1971), sátira sobre el mundo fabril y la alienación de los obreros industriales, que (ex aequo con El caso Mattei de Francesco Rosi) ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes. Fue una película polémica desde su primera proyección. El director francés Jean-Marie Straub, dijo públicamente que todas las copias de La Clase Obrera… deberían ser quemadas en forma inmediata. Afortunadamente, ello no ocurrió.

La Trilogía concluye con La Propiedad ya no es un Hurto (1973) protagonizada por Ugo Tognazzi. Que no tuvo ni el éxito ni el efecto de las dos anteriores. Con esta obra, Petri concluye su famosa Trilogía del Poder.

INVESTIGACIÓN DE UN CIUDADANO LIBRE DE TODA SOSPECHA (1970)

  • Doctor, son los mismos nombres desde hace 30 años.

  • Llevan la revolución en la sangre…

La película retrata la corrupción moral de la policía y la política italianas en la década de 1970, con tácticas totalitarias envueltas en patriotismo. El protagonista del film es un policía de alto rango que es arrastrado por el poder de su posición, lo que lo habilita a usar esa posición y el poder que de ella emerge para manipular a las personas y colocarse por encima de "la ley".

El tema es la impunidad que genera el abuso de poder. Durante los años ´60, en Italia se había constituido un estado policial (con la ayuda de la CIA, como alude la película) para evitar que el Partido Comunista tome el poder. La historia se concentra en un respetado inspector de policía que comete un delito y deliberadamente deja pistas solo para descubrir cuán grande es su poder. El tema se desarrolla a partir de este evento y se convierte en una reflexión inteligente sobre los conceptos de autoridad e institución. Si bien algunos podrían ver erróneamente esta película como una política de izquierda debido a la forma en que representa el poder excesivo de las autoridades policiales, en realidad es solo una trama que denuncia la impotencia de las instituciones de realizar una investigación imparcial sobre sus propios errores. El film plantea una pregunta paradójica: ¿cómo pueden condenarse los órganos que administran la "Ley" sin arriesgar su propia autodestrucción? A esta pregunta, la película responde con la visión pesimista de que una justicia real es una utopía debido a las debilidades y la naturaleza auto conservadora de los seres humanos. Esta reflexión se desarrolla en una historia policial satírica muy entretenida y bien construida: de hecho, la película tiene un tono "humorístico" desbordante, especialmente gracias a la excelente actuación de Gian María Volonte en el papel principal del inspector de policía "fascistoide". El final sorprenderá con la forma en que revela la naturaleza surrealista de todo el tema.

Aunque esta película fue altamente premiada y aclamada en su momento, (un Oscar a la Mejor Película extranjera, una nominación al Mejor Guión Original, ganó el Gran Premio del Jurado y la nominación a la palma de Oro en el Festival de Cannes Films, y una nominación al Globo de Oro), en la actualidad ha sido olvidada. No obstante, es una de las mejores películas italianas jamás hechas y una de las historias policiales más provocativas de los últimos 40 años. Desafortunadamente, tuvo una distribución internacional muy pobre.

Los asesinatos y los "suicidios" (bajo custodia policial) de activistas políticos de izquierda y de anarquistas son un hecho del que Elio Petri era dolorosamente consciente. Incluso realizó un documental llamado "Streghi dello stato", "brujas del estado", donde Jean María Volonté y otros exponen tales "suicidios". Elio Petri era políticamente consciente y a lo largo de su trabajo critica la derecha de la política italiana.

La película es clara respecto de cómo se minimiza al ciudadano en nombre de la seguridad cuando en realidad se está transformando en víctima de una institución, la policial, cuyo interés es solo mantener el orden político.

La escena final de “Investigación…” concluye con una cita de The Trial de Kafka: "Sea como sea lo que nos parezca, todavía es un servidor de la Ley; es decir, pertenece a la Ley y como tal se establece más allá del juicio humano…”

Esta compleja película es una joya cinematográfica gracias a sus múltiples facetas: a veces comedia negra absurda, a veces sátira política, otras un estudio psicológico sobre el fetichismo sexual y el poder. Por supuesto, todos estos temas se entremezclan en una visión personal de Petri. El director muestra aquí el terror autocrático que se apoderó de Italia a fines de los años 60, una obertura al tenso período de una década conocido como los "años de liderazgo" en la política italiana, un tiempo de represión fascista y una lucha entre la extrema izquierda y derecha de los partidos centrales.

LA CLASE OBRERA VA AL PARAÍSO (1971)

  • Lulú: - ¿Cómo supiste que te estabas volviendo loco?

  • Militina: - Un hombre tiene derecho a saber qué está haciendo, y para qué sirve".

"La Clase Obrera va al Paraíso" es una crítica, desde un punto de vista marxista, a la sociedad capitalista. Volonté interpreta a Lulú Massa, un operador tornero en una fábrica de Milán que recibe su paga por pieza terminada. Lulú es un trabajador rápido, es el orgullo de la gerencia. Sus compañeros lo consideran una amenaza, casi un traidor al movimiento. El trabajo es monótono, cronometrado, con multas por baja producción.

Lulú ignora al movimiento sindical. No obstante, un día, en un accidente de trabajo, pierde un dedo. En ese momento de la perdida, comienza a tomar conciencia. Su convalecencia lo convierte en un símbolo de los males de la fábrica. Un sentimiento de abandono lo radicaliza, y en consecuencia, es despedido. Finalmente, es vuelto a contratar y degrado a la línea de montaje.

Cuando Lulú visita a su amigo Militina (Salvo Randone) en un manicomio, este parece un lugar normal. Recién entonces, toma conciencia que la fábrica es el verdadero manicomio. Al igual que el vagabundo de "Tiempos Modernos" de Charlie Chaplin (1935), comienza a sentirse deshumanizado, explotado, vacío. También se da cuenta que su relación con su amante y su hijo es insatisfactoria.

Este es un drama existencial, visto desde la política, que logra a la vez ser cómico y dramático en su descripción de la explotación de la condición humana en la clase obrera italiana. Petri, no elude aquí sus simpatías políticas. Muestra los dilemas cotidianos de los obreros de una fábrica. Vidas que parecen tener solo un sentido, el de lograr un objetivo de producción que poco tiene que ver con su vida, una vida a la que solo le queda el sexo como factor de complacencia.

El discurso de Petri se transforma en una mezcla de existencialismo con neorrealismo italiano cuya estilización hace que el concepto sea tan austero como la decoración de la fábrica. Lulú Massa, el personaje principal de esta película, es el resultado de la mecanización del hombre en un trabajo en el cual pierde el sentido de si mismo. Como en su película anterior, la referencia kafkiana parece inobjetable.

La acida crítica de Petri se concentra en la vaciedad de factor humano que es impuesta por el único objetivo del empleador: la productividad. Lulú es el trabajador que despierta la ira en sus colegas. No le da importancia a su salud y menos a su vida. No entiende que sus compañeros están en su contra. Cuando pierde un dedo trabajando, recién comienza a darse cuenta de la forma en que ha estado viviendo.

La película da a Lulú un alma mecánica, la cámara sigue sus movimientos inhumanos causados ​​por demasiado trabajo y nos permite entender algo extraño como la locura. Luego tenemos la parte política: fuera de la fábrica, la gente grita de manera permanente contra los propietarios como máquinas que crean palabras, pero lo importante ocurre dentro de la fábrica donde el hombre y la máquina se convierten en la misma cosa. La música de Ennio Morricone agrega una sensación de condición robótica.

Gian María Volonté interpreta a su héroe con la dimensión patética y cómica que exige Petri en la dirección. La puesta en escena expone con claridad el concepto principal, profundizando en la alienación y la impotencia de la clase trabajadora. Las sub tramas refuerzan el tema principal. La fotografía de Luigi Kuveiller contribuye con su tomas de edificios venidos a menos mostrando la pobreza de la clase trabajadora en toda su magnitud.

LA PROPIEDAD YA NO ES UN HURTO (1973)

Total (Flavio Bucci), un joven cajero de un banco, se ha estado preguntando si vale la pena vivir la vida, con una perspectiva gris y triste cuando resulta ser testigo de un robo, en el que uno de los ladrones es atrapado y golpeado por Macellaio, un carnicero avaro y rico (Ugo Tognazzi), cliente del Banco. A pesar de ser un empleado honesto, nunca ha logrado tener dinero. Se promete procesarlo y volverlo loco robándole todo lo que tiene, junto con su amante Anita (Daria Nicolodi). Decide, entonces, comenzar una nueva vida: se transforma en un ladrón. Ropa cara, auto, mujeres…

El director Elio Petri siempre pensó que el concepto de "Propiedad" en una sociedad de tipo capitalista se relaciona con el papel del dinero y que su tenencia destruye al individuo. Aunque había abandonado el Partido Comunista, sus fuertes inclinaciones izquierdistas y anticapitalistas reaparecen claramente en esta narrativa. Describe a Total como un "marxista”. Por otro lado, interpreta que el robo es un acto simbólico que expone la hipocresía inherente al concepto de propiedad. El ladrón no tiene intención de superación. En todo caso, prefiere ser una molestia social.

En esta tercera parte de "la trilogía de la neurosis", Petri aborda la desigualdad social, el tema de la propiedad y, por último, el dinero en sí mismo. No es una película sencilla. Es más, está entre sus obras más complicadas. Intenta nada menos que graficar cinematográficamente una idea política. Para ello, realiza una sátira audaz y moderna que por un lado confunde y por otro, hace pensar. Petri utiliza una trama realmente grotesca e ilustra con inteligencia el sufrimiento del protagonista con una alergia al dinero.

Este film es uno de los mayores ejemplos del cine italiano politizado de los años setenta. Intenta dar una clase sobre marxismo con una gran dosis de surrealismo. El personaje principal es un psicópata que paradójicamente, es alérgico al dinero. Vive ansioso por violar la propiedad privada solo para molestar la vida de su víctima, un carnicero rico (Ugo Tognazzi), al que no pretende robarle dinero, sino lo que más necesita: su cuchillo, su sombrero, su mujer ... Entre el mundo del idealismo marxista y la delincuencia pura, entramos en el devenir entre “tener y ser". Al personaje le gustaría "tener" (dinero y cosas) pero en el mismo momento también quiere "ser" (salvar su personalidad), pero se da cuenta que ambas cuestiones al mismo tiempo son de carácter imposible. "La propiedad" enfatiza el papel del dinero en nuestra sociedad y ese poder destruye al individuo.

Petri trata de mostrar una sociedad bipolar donde los humanos, para ser más poderosos, y socialmente aceptados, participan de una carrera de ratas. El carnicero representa a los ricos y como tal, quiere dominar inescrupulosa y despiadadamente. Por el contario, los pobres son honestos y nunca lograrán mejorar su calidad de vida, limitados por la obediencia a leyes y preceptos religiosos. Este esquema bipolar implica la obediencia y el sometimiento de unos, mientras otros viven protegidos por su riqueza y poder.

Una contradicción interesante de Petri es el papel que desempeña Anita Nicolodi, tanto como un objeto a los ojos del Carnicero como sus otras posesiones, su comportamiento es totalmente pasivo frente a las múltiples agresiones sexuales y aparentemente cómplice de su propia objetivación." Lo desconcertante es que Anita es vista como una propiedad, y ello contradice el discurso de Petri.

La estrella Flavio Bucci había trabajado previamente con Petri en "La Clase Obrera Va al Paraíso" (1971). El director de fotografía Luigi Kuveiller es un gran fotógrafo que más tarde trabajaría con Darío Argento en "Rojo Profundo" (1975). Por último, Ennio Morricone. Quizás esta no es una de las películas con las que mejor se asocia y, sin embargo, su trabajo es notable.

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