Lindsay Anderson (1923 - 1994)
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“Luchar significa compromiso, significa creer lo que dices y decir lo que crees. También significará ser llamado sentimental, irresponsable, farisaico, extremista y anticuado por aquellos que equiparan la madurez con el escepticismo, el arte con la diversión y la responsabilidad con el exceso romanticismo. Y debe haber un nuevo tipo de intelectual y artista, que no tenga miedo ni desprecio de sus semejantes.” (L.A.)
Fue un cineasta y director de teatro. Fue también crítico de cine y teatro, más tarde se convirtió en director de cine. También fue guionista, productor, actor y realizador de televisión. Formó parte del trio revolucionario que creo el movimiento cinematográfico conocido como Free Cinema Inglés durante la década del ´60.
Nacido el 17 de abril de 1923 en Bangalore, Reino de Mysore, India Británica, fue hijo de un oficial de la armada, tuvo su educación en la escuela Saint Ronan’s School en Worthing, Sussex Occidental, en el Cheltenham College y en Oxford University. En 1947, mientras estudiaba letras en la Universidad de Oxford, cofundó la revista de cine Sequence que se publicó hasta 1951. Más tarde, comenzó a escribir para la afamada Sight and Sound, y otras publicaciones. Entre sus mejores artículos publicados en 1956, tuvo una repercusión inusual ‘Stand Up, Stand Up’ ya que cuestionó duramente la supuesta búsqueda de objetividad y la falta de compromiso político pretendidos por los críticos cinematográficos de su tiempo.
Con Gabin Lambert y Karel Reisz, fundaron la revista de cine Sequence (1947-1952). Desde ese momento se dio el gusto de escribir lo que significaba el cine en su vida. Con sus ideas, escritos y ensayos, no tardó en ser un destacado crítico. El espíritu de la revista reflejaba las miradas del cine de vanguardia estadounidense y enunciaba su preocupación por la ignorancia de los problemas sociales en el cine, que según su criterio, no estaban enfocados. Llamó a la reflexión.
En 1948, Anderson comenzó a dirigir cine realizando documentales para una empresa industrial. Se convirtió en documentalista en la década de 1950. En 1955 ganó un Premio de la Academia por su corto documental Los Niños del Jueves. En 1956, bajo el nombre de Free Cinema, comenzó a generar un movimiento renovador del cine británico inspirado en la obra de John Osborne Look Back in Anger (Recordando con Ira). Este movimiento desafió las imágenes conformistas de la vida británica con una serie de dramas y documentales retratando temas poco vistos en la pantalla. Anderson y los otros miembros del movimiento (Karel Reisz y Tony Richardson) se aliaron con políticos de la izquierda, tomando sus temas de los problemas cotidianos de la vida urbana contemporánea de la clase trabajadora como fuente de inspiración para generar un cambio.
El primer largometraje de Anderson fue El Llanto del Ídolo (This Sporting Life, 1963), adaptado por el escritor inglés David Storey de su propia novela. Trata sobre la vida de un minero que triunfa como jugador profesional de rugby, cuya filosofía de la vida es siempre aplicar la ley del más fuerte y no permitir que nadie se interponga en su camino hacia el éxito. La película, protagonizada por Richard Harris, es un clásico del realismo social británico de la década de 1960.
En 1969, If (1968)... ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, y colocó a su director en el pedestal de los Grandes Maestros. Con “If…”, Anderson comenzaría una trilogía sobre un personaje, Mick Travis, al que sigue en distintos momentos de su vida. “O Lucky Man!” (1973) y “Britannia Hospital” (1982) completan dicha trilogía.
La trilogía de Mick Travis, interpretado por Malcolm McDowell, encuentra a su personaje en tres momentos diferentes de su vida. Travis es un personaje ficticio que en la primera parte, titulada If.... (1968), es un adolescente que estudia en un internado inglés. La película se convierte en una sátira sobre la falsa disciplina de las instituciones académicas. En la segunda parte, Un Hombre de Suerte (1973), Mick Travis, se convierte en un viajante. Se trata de una road movie de características picarescas. Por último, la tercera parte, Britannia Hospital (1982), es una fantasía influida estéticamente por las películas de terror de la productora Hammer y por las comedias de la franquicia Carry On.
Entre fines de 1974 hasta comienzos de 1882, Anderson estuvo dedicado completamente al teatro y la televisión. Regresó al cine dirigiendo la tercera parte de la trilogía en 1982 con Hospital Britannia, Volvería a dirigir cine en 1987 para realizar Las Ballenas de Agosto (The Whales of August). Su producción posterior solo incluye películas para televisión y documentales, entre los que destaca Storey’s The March on Russia (1989).
También escribió una serie de documentales cinematográficos tales como Making a Film - The Story of Secret People (1952) y About John Ford (1981). Su trabajo final fue el documental autobiográfico de televisión ¿Eso es todo lo que hay? (1992).
Anderson también dirigió producciones teatrales en el Royal Court, donde dirigió su primera obra en 1957, y otros teatros, estrenando obras tales como: Storey In Celebration (1969), The Contractor (1969), Home (1970) y The Changing Room (1971), la mayoría de las cuales fueron éxitos en Londres.
Analizaremos a continuación sus películas principales.
EL LLANTO DE UN IDOLO (THIS SPORTING LIFE, 1963)
Dime Frank. ¿Te has entregado a lo que yo llamo la debilidad de la señora Weaver por las informalidades sociales? (Charles Slomer)
Principios de la década del ´60. Frank Machin es un hombre que viene del norte de Inglaterra. Es cruel, duro y lo suficientemente ambicioso, un minero que desea convertirse en una estrella en un equipo de rugby. Richard Harris interpreta a Frank Machin, un personaje desconocido para el cine británico en los comienzos de los años 60’. Un hombre que intenta superar la pobreza triunfando en el deporte. No obstante, su vida personal es bastante desordenada. Mucho de ello tiene que ver con su carácter temperamental. No encaja con los que están por encima de él y no acepta los estándares de vida convencionales.
Machin se hospeda en la casa de la Sra. Hammond (Rachel Roberts), una viuda que tiene dos niños pequeños. Su esposo ha muerto en un accidente. Se siente sola y necesita apoyo. Una mujer bastante retraída en que desea tener una segunda oportunidad en la vida. Machin busca acercarse a ella, pero su naturaleza impulsiva y su enojo permanente le impiden llegar a ella como quisiera. La situación lo hace sentir cada vez más frustrado. La relación se vuelve inestable y carente de futuro.
David Storey escribió un guión brillante, lleno de energía que logra pintar a dos personajes contrapuestos que se atraen uno al otro en una relación dificultada no solo por la condición social, sino también por los diferentes caracteres y sus expectativas de vida.
Machin logra ascender socialmente a través del éxito deportivo. Él es un joven minero de una ciudad del norte de Inglaterra que se vuelve un exitoso jugador de rugby, llegando a disfrutar de su fama y su fortuna. No obstante, fracasa como persona por su falta de control y sus estallidos violentos. Ello no le permite desarrollar el ámbito que facilite seducir a su casera más allá de un flirteo inofensivo. Frank tiene aspiraciones, recursos y oportunidades, pero es incapaz de deshacerse de sus raíces logrando solo frustración y dolor. Necesita afecto, amor e intimidad, pero es incapaz de mantener su estabilidad emocional y termina en la violencia.
Ambientada en los alrededores de la clase trabajadora del norte de Inglaterra (Yorkshire), esta es una película dura e intransigente. Richard Harris como Fran Machin ofrece la actuación de su vida, un jugador de rugby que, tanto dentro como fuera del campo de juego, parece capaz de expresarse solo a través de la violencia. Harris impresiona con su actuación, logrando llenar de humanidad al carácter antipático de su personaje. Brilla donde las palabras sobran, donde trasluce su lucha consigo mismo. Rachel Roberts como la Sra. Hammond brinda también una notable actuación. Todo el elenco es excelente sin excepción.
El guión, muy bien escrito, no empuja a los personajes ni a las emociones más allá de donde irían naturalmente. La dirección de Anderson es notable en su naturalidad y simpleza. Dirige con un estilo realista. No estaba interesado en la técnica sino en la sustancia del relato. Describe los personajes, sus relaciones y emociones, logrando un retrato de las pasiones que absorben sus vidas.
La fotografía en blanco y negro, las escenas de violencia doméstica, tanto lo emocional como lo físico, son impactantes. También son notables las tomas de los partidos de rugby, mostrando un ámbito donde la violencia es natural, y el sentido de la caballerosidad se impone sobre toda violencia.
IF… (1968)
“No hay tal cosa como una guerra equivocada. La violencia y la revolución son los dos únicos actos puros”. Mick Travis
Estamos ante una película extraordinariamente confrontativa, rebelde e incluso fascinante ambientada en una escuela pública, opresiva y arcaica. Es, también, una de las propuestas del cine británico más originales e innovadoras de los años 60. Un film inquietante en su rebeldía. Constituía una crítica feroz al sistema de educación victoriana que comenzaba a agrietarse ante el cambio de época.
Ambientada en una escuela pública británica, destaca la atmósfera represiva existente, la tensión y el resentimiento, particularmente entre los alumnos mayores. Tres de los adultos mayores, Michael Travis (interpretado por Malcolm McDowell) y sus dos compañeros de estudio comienzan a desafiar la autoridad. Los juegos de poder, la intimidación y la mezquindad están a la orden del día.
La película mezcla documental con realismo con secuencias de fantasía y eventualmente, propone una rebelión violenta. "If...” denuncia los errores de la escuela pública, los rigores del entrenamiento de cadetes, el festejo del día del fundador, todo lo proveniente de una realidad cuestionable.
Es un film excelentemente realizado sobre la vida escolar y sus rituales: la iniciación, el liderazgo, la humillación, la emoción están presentes a lo largo del film. Es, sin duda, la obra maestra de Anderson. Funciona en varios niveles, y es un film de características surrealistas. Es una película sobre el estado de una nación a través de una fantasía, vista desde el relato de la vida de la escuela pública realizada con una precisión casi documental.
El espíritu de rebeldía audaz invade esta película. Incluso, al verla hoy en día, no ha perdido su poder y capacidad de sorprender. Tanto los rigores del entrenamiento de cadetes como los festejos del día del fundador, provienen de la realidad. Las reglas para el corte de cabello, el uso de uniformes y el miedo a la homosexualidad están siempre presentes. El orden jerárquico en el que los adultos mayores o "látigos" podían ejercer libremente generaba el abuso sobre los menores, donde el “todo vale” incluía desde cualquier alumno de un nivel inferior o cualquier motivo, ya fuera un placer o un castigo.
La película de Anderson es un fresco sobre la juventud de su país, describiendo el entorno escolar de una escuela pública con suma precisión. Pero es también el sueño de la revolución dirigida por un colegial que anhela la libertad románticamente. Refiere a la educación de la clase media (la burguesía), segundo estrato social después de la aristocracia.
Malcolm McDowell (con un debut consagratorio en el cine) interpreta al líder de un pequeño grupo de estudiantes insatisfechos que no encajan con la enseñanza ultra conformista que reciben. La toma final de Mick disparando el Brenn Gun es simplemente impresionante. Su actuación como Mick Travis es maravillosa y tanto él como la película permanecen entre los mejores logros del cine británico.
El trabajo de cámara de Miroslav Ondricek es excelente. El cambio de color a blanco y negro en algunas escenas no tuvo un propósito estético. Fue consecuencia de una escasez financiera que poco tenía que ver con el desarrollo de la trama.
Lindsay Anderson, continuó expandiéndose sobre el personaje de Mick Travis de McDowell en dos películas posteriores que se comentan a continuación, pero “If...” deja una sensación muy diferente de esas "secuelas", dado que cada una de ella puede ser vista como una película independiente de la trilogía.
¡O LUCKY MAN!” (1973)
Mick, mirando directamente a la cámara, se burla y dice: "¿Por qué sonreír?".
"Un Hombre de Suerte” (1973), dirigida por Lindsay Anderson (con Ralph Richardson, Malcolm McDowell y Helen Mirren) es una comedia que encierra una fuerte crítica social. Es un viaje surrealista de ida y vuelta, musicalizado por la banda de Alan Price que incluye números musicales, un coro griego e incluso teatro de Brecht.
Película notable, a menudo pasada por alto, merece un reconocimiento crítico más alto del que ha recibido. Regresa a los temas introducidos en "If..." (película anterior en la trilogía de Anderson) y reelabora aquellas ideas en forma lúdica, irreverente, y surrealista. La cualidad surrealista de la perspectiva alegórica de la vida de Anderson en Inglaterra en ese momento se refleja en una de las grandes líneas de la película: "¿Tratas de no morir como un perro?"
Inglaterra estaba a punto de sufrir cambios radicales tanto en el gobierno como en la economía. La ingenuidad de los años sesenta había quedado atrás. Las huelgas eran frecuentes. El punk estaba a punto de explotar. Pronto se instalaría un nuevo régimen de racionalistas económicos. El estado de ánimo y el ritmo de "O Lucky Man" parecen reflejar una sensación de inocencia perdida. Tiempos difíciles por delante, miedo y desconfianza de la prosperidad que a menudo se asocia con el capitalismo y la libre empresa.
Si "If..." fue como una explosión del subconsciente, una represión liberada a través de una revolución de fantasía, en "Un Hombre de Suerte" la represión ha madurado hasta convertirse en corrupción social, política y económica de manera profunda y permanente. El viaje de Mick Travis a principios de los años 70 en Inglaterra presenta calamidades y atrocidades pero Anderson describe el proceso tratándolo como una comedia ligera.
El humor de la película cobra sentido en la distancia existente entre nosotros y los personajes. A nuestro héroe, en cambio, le suceden cosas buenas y cosas malas. Piensa más y sonríe menos. La expresión de su rostro ya no es la sonrisa encantadora que tenía al principio. Ahora refleja dolor, confusión e incluso, ira.
Rodeando al héroe (Malcolm McDowell), ahora un vendedor de café que recorre la Gran Bretaña de los años ´70, el elenco de apoyo fluye en sus múltiples roles como una compañía de repertorio cómico. Los mismos actores aparecen en escena tras escena mezclados dando vida a un surtido de sinvergüenzas, estafadores, víctimas y sabios, con un clímax que incluye una sutil broma que hay que verla para entenderla.
Con un manejo notable de los recursos, Anderson utiliza la forma de una película muda hasta la inclusión de las notables canciones de Price, a través de escenas espontáneas de parodia, algunas formas simbólicas y algunas escenas conmovedoras, Un Hombre de Suerte merece ser reconocido como una película importante de la década de los´70. No está a la altura de If… pero es una película para ver más con la mente que con el corazón, como todo el cine de Anderson.
La tercera entrega de la trilogía de Lindsay Anderson es "Britannia Hospital" (1980), pero aunque es una buena película, no se acerca a la calidad de los dos primeros.
BRITANNIA HOSPITAL (1982)
"Los absurdos del comportamiento humano, a medida que avanzamos en el siglo XXI, son demasiado extremos, y demasiado peligrosos, para permitirnos el lujo del sentimentalismo o las lágrimas. Pero al mirar a la humanidad, objetivamente y sin indulgencia, podemos esperar salvarla. La risa puede ayudar". Lindsay Anderson
Hospital Britania es una alegoría de lo que ocurría en Inglaterra en 1982. Es la parte final de la trilogía extraña y surrealista de Lindsay Anderson interpretada por su personaje Mick Travis. Desde sus días en el internado en If.... (1968), pasando por su viaje de vendedor de café a estrella de cine en O Lucky Man (1972), las aventuras de Travis finalmente terminarán en el Hospital Britania, donde Mick como un reportero, investigará las extrañas actividades del profesor Miller (Graham Crowden).
Creado por David Sherwin y encarnado magistralmente por Malcolm McDowell, Anderson realiza una crítica muy aguda, donde brilla el humor ácido inglés. Esta tercera parte sucede totalmente dentro de un hospital, que no casualmente lleva el nombre de Imperio, durante un día complicado donde la rutina cotidiana del hospital se ve totalmente alterada, tanto o peor como se ve la Gran Bretaña. Londres será testigo de una jornada de huelgas, violencia, explosiones y hasta se anuncia una guerra con Argentina por las Islas Malvinas, mientras el pueblo se siente cansado hasta el hartazgo de los yugos de su gobierno neoliberal liderado nada menos que por Margaret Thatcher.
Hay una fila enorme de personas en la puerta del hospital esperando con mucha ansiedad ser atendidas. Ese día, además, se celebra el aniversario de los 500 años de la fundación del Hospital, por lo cual, se espera la presencia de la Reina, a quién correspondería inaugurar un nuevo sector de experimentaciones denominado Centro para la Ciencia Quirúrgica Avanzada.
La película logra interesar al espectador. Los personajes son característicos. Comienza con un anciano que muere en una camilla y termina en una escena en la que Miller revela su mayor logro científico. La sátira avanza sobre la creación de un monstruo, un nuevo Frankenstein… que Lindsay Anderson utiliza para ironizar con maestría la decadente vida británica. Obviamente, se trata de una despiadada crítica a la monarquía, las instituciones educativas, los sindicatos, la ciencia, los medios de comunicación. En síntesis, a la mismísima Gran Bretaña. Y lo consigue sutilmente.
Como es habitual en una película de Anderson, la actuación del elenco es de primer nivel. En la fotografía, Mike Fash reemplazó a Miroslav Ondricek. Las tres películas repiten personajes al estilo de una saga. En honor a la verdad, esta tercera parte de la saga no fue bien criticada por los críticos ingleses en su estreno.