LA NOUVELLE VAGUE
INTRODUCCIÓN
André Bazin: "El cine sustituye nuestra mirada por un mundo acorde con nuestros deseos”.
Eric Rohmer: “La frase pronunciada no debe evocar el mundo, que ya existe por sí mismo en la pantalla, sino añadirse a él, de tal modo que su densidad de sentido la salve del aplastamiento”.
A mediados de la década del cincuenta, las cinematografías europeas tenían muchos problemas para competir en un plano de igualdad con el cine de Hollywood. El estado de situación obligaba a repensar el negocio y su forma de hacerlo. Había que desarrollar un cine con identidad propia, que mostrara una nueva mirada para un mundo en cambio. En Francia se estaban generando movimientos políticos, sociales y culturales que facilitaban la aparición de nuevas formas de arte. El cambio más radical ocurrió en el cine francés. La Nouvelle Vague surgió de una Francia golpeada por la posguerra. Durante la Segunda Guerra Mundial las películas extranjeras dejaron de importarse dejando un espacio para el cine local, pero una vez finalizada la guerra, una avalancha de “nuevas” películas americanas, ganaba con fuerza el mercado cinematográfico. Había que encontrar una respuesta, una nueva forma de competir. Esa búsqueda que lleva a buscar una personalidad distinta del cine francés es un movimiento conocido como La Nouvelle Vague, es decir, la Nueva Ola Francesa.
La Nouvelle Vague pretendía romper con la manera convencional de hacer cine en aquel momento. Los revolucionarios denunciaban el deterioro que percibían en el cine convencional que se hacía en la década del ´50. Entendían que el cine debía ser más consciente de su naturaleza, y no un medio superfluo, sin personalidad que no tuviera nada que decir. La característica principal de este movimiento fue la búsqueda artística de la verdad y exponerla con la mayor sinceridad posible. Los directores franceses empezaron a probar diferentes técnicas dentro de la cinematografía que rompían, tanto visual como narrativamente, con el modo tradicional de hacer cine.
Las revistas especializadas fueron utilizadas por los intelectuales de la época para dar comienzo a una discusión abierta sobre el cine, dentro de los foros artísticos. André Bazín, un teórico del cine fue el principal agente de dicho cambio. Alexandre Astruc, otro. Bazín concebía el cine como una forma de expresión artística. Su interés radicaba en el lenguaje cinematográfico. A través de sus artículos, debatía sobre nuevas formas y contenidos.
Bazín, que tenía experiencia en el tema, se juntó con Jacques Doniol-Valcroze y en 1947 fundó Le Revue du Cinéma, más tarde convertida en Cahiers du Cinéma, reuniendo a un grupo de críticos jóvenes que fueron conocidos con el nombre de “los Cahiers”. El fundador de la revista percibía un deterioro del cine francés y por lo tanto, una necesidad de cambio. De ese grupo, formaban parte intelectuales y críticos de cine, entre los que se encontraban François Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol y Eric Rohmer. Sus artículos en la revista comenzaron a influir dicho cambio en la cinematografía francesa, abandonando los viejos métodos y dejándose influir por el neorrealismo italiano y el cine negro americano de la década de los 40 y 50, con directores como Alfred Hitchcock y Orson Welles, que negaban el carácter colectivo del proceso de creación y proponían la figura del director como el único autor de la película.
En 1948, Bazín escribió un artículo titulado Nacimiento de una Nueva Vanguardia, considerado el primer fundamento teórico que dio lugar al nacimiento de la Nouvelle Vague. En este artículo, Alexandre Astruc abogaba por la idea de que el cine debía convertirse en un medio más personal, tal como en la literatura. La cámara como la pluma del cineasta.
Bazin y Doniol-Valcroze, dieron libertad a jóvenes como Truffaut, a quien Bazin adoptaría como un ahijado de la vida, respaldándolo para que pudiera expresar sus opiniones cada vez que lo creyera oportuno. Sostenían que la revista debía ser heterogenea en los distintos enfoques que cada autor tenía sobre el séptimo arte. Con el tiempo, la revista empezó a ganar popularidad e influencia sobre el medio cinematográfico.
Otro director que comenzó como crítico de esa revista fue Eric Rohmer. En ese mismo año publicó ”Pour un Cinéma Parlant”, donde reflexionaba sobre el papel que debía tener el lenguaje hablado, dentro del cine francés.
Consecuencia de estos debates, los Cahiers se ponen como objetivo, alentar un cine de corte realista, auténtico y diferente. Proponían controlar todos los detalles, con creatividad y libertad total para desarrollar una idea. Para los Cahiers “el director era todo”.